El mapa y la vida
P. Fernando Pascual
16-4-2016
No resulta agradable constatar que estamos perdidos. El mapa podía haber ayudado, pero faltaban
nombres y todo se hizo confuso ante un cruce de varios caminos...
La vida, muchas veces, carece de mapas. Porque hay mil variables imprevisibles. Porque uno mismo
cambia de parecer y de necesidades.
Nos gustaría, sin embargo, un mapa sencillo, con líneas generales, para afrontar la vida en su conjunto.
Un mapa que nos dijese de dónde venimos y hacia dónde vamos. Algo que para muchos no está claro,
mientras para otros resulta luminosamente obvio: venimos de Dios y vamos hacia Dios.
Un mapa que nos avisase de aquellos falsos atajos que llevan a callejones sin salida: corrupción,
mentira, pereza, trampas, cobardía, caprichos, gula, dependencias.
Un mapa en el que brillasen las avenidas y caminos más seguros, los que promueven la amistad, la
laboriosidad, la solidaridad, la concordia, la justicia, la belleza, la honradez, la humildad, la pureza.
Un mapa que fuese de ayuda en momentos de encrucijada, al indicarnos a quién acudir, qué preguntar,
cómo decidir o cuándo corresponde esperar un poco para reflexionar seriamente el asunto.
Un mapa que diese esperanza ante las urgencias: tras ese accidente, durante esta enfermedad, en medio
de una deuda, hay lugares y personas a las que podemos acudir para pedir apoyo.
Un mapa, en definitiva, que nos recordase que hubo un Maestro bueno que vino de Galilea y que
enseñaba el Camino, porque Él era la Verdad y comunicaba la Vida. Un mapa bello, asequible, como
el Evangelio, como la Eucaristía, como la luz interior que cada día llega desde la presencia del Espíritu
Santo en nuestras almas...