Proteger al hijo antes de nacer
P. Fernando Pascual
12-3-2016
Hay epidemias que ponen en peligro la vida de los embriones y fetos durante el embarazo. Por eso
saltan las alarmas y se busca evitar el contagio de las madres.
Es importante este tipo de emergencias, pero en algunas sociedades la búsqueda de protección de los
hijos convive con leyes que permiten el aborto.
En casos así estamos ante una extraña paradoja. Por un lado, avisos y actuaciones para que las madres
no contraigan esa enfermedad que puede perjudicar a sus hijos no nacidos. Por otro, leyes que permiten
a esas mismas madres realizar el aborto.
Si el hijo es un ser humano que merece ser protegido, si vale la pena evitar daños que pongan en
peligro su vida, ¿por qué no dar un paso adelante para eliminar las leyes que aceptan el aborto?
Una sociedad está herida en su corazón por una extraña contradicción cuando promueve ciertas
garantías a favor de los embriones y fetos humanos al mismo tiempo que permite que sean destruidos
en el seno materno.
En cambio, si la sociedad reconoce en cada hijo, sano o enfermo, concebido en una situación “normal”
o en circunstancias difíciles, a un miembro de la gran familia humana, será posible un esfuerzo sincero
para terminar con el aborto “legal” y para ayudar a cualquier mujer que inicia un embarazo.
Porque, no lo olvidemos, la peor epidemia infantil en muchos lugares del mundo, la que provoca más
muertes al año, se llama aborto. Y esa epidemia puede ser combatida con tres palabras sencillas y
valientes: justicia, solidaridad y amor.