Las opiniones de cada día
P. Fernando Pascual
5-3-2016
Vivimos llenos de opiniones, si por opinión entendemos todo aquello que aceptamos sin certeza
empírica y sin evidencia racional.
Porque es opinión que esta casa a la que acabo de entrar tiene unos cimientos medianamente
seguros.
O también lo es suponer que este señor vestido de policía que se acerca hacia mí lo hace con
buenas intenciones.
O también lo es aceptar que la fecha de caducidad de este producto es correcta y no está
equivocada.
La lista de opiniones diarias podría ser larguísima. Mientras escribo estas líneas, tengo la
opinión de que mañana lloverá, porque el meteorólogo estaba más seguro que de costumbre. Y
también opino que habrá buena cosecha este año, y que me llamará un amigo a mediodía...
Pero ocurren sorpresas desagradables o desengaños dolorosos. El amigo no llama. La lluvia no
llega. El edificio muestra su fragilidad en un terremoto que de por sí no debería haber causado
daños en una casa bien construida.
Los desengaños y los choques con la realidad no provocan, normalmente, una total desconfianza
hacia las opiniones. No podemos vivir sin ellas, porque cada día está cimentado sobre
suposiciones que, en muchas ocasiones, “funcionan”.
Seguimos en camino, con la ayuda de algunas certezas bien fundadas y de muchas opiniones
que suponemos válidas. Esperamos que los desengaños sean pocos, especialmente en el mundo
de las relaciones humanas. Y deseamos que quienes opinan que somos fiables y honestos
puedan encontrar, en nuestro comportamiento de cada día, la dicha de descubrir que estaban en
lo cierto...