Una grieta en la muralla
P. Fernando Pascual
5-3-2016
El corazón ha levantado murallas y barreras. No desea ayudas, ni consejos, ni consuelos. La pena dejó
tapiadas puertas y ventanas. Un conocido, un familiar, un amigo, han cerrado su alma con candado.
¿Hay espacios para la esperanza? ¿Es posible una brecha para el cambio? Dios mismo se detiene ante
las puertas del castillo. No puede forzar a quien no desea recibir caricias ni socorros.
Solo queda esperar. Quizá algún día descubramos una grieta en la muralla, un espacio que permita una
pequeña transfusión de aire nuevo, una fisura que abra oportunidades para empezar un proceso de
escucha.
Si el corazón rompe sus miedos, sus soberbias, sus rencores, sus amarguras, será posible empezar un
camino de curación interior. Si, además, el alma inicia a escuchar a Dios que habla de mil modos,
también desde familiares y amigos buenos, comenzará el milagro de una sanación profunda.
Vivimos en un mundo donde tantos hombres y mujeres necesitan ayuda y no la buscan, o no saben
cómo acogerla. En este mundo las grietas sanas abren espacios a cambios buenos, porque Dios
transforma a quienes dejan rendijas abiertas a sus gracias.
Seguramente hoy se ha abierto una grieta en la muralla de un alma. La ayuda llega. La mente respira
aires nuevos. El corazón siente un bálsamo de ternura. La misericordia invita al arrepentimiento.
Alguien llora sus pecados y reconoce que existe un Padre bueno que nos ama sin límites...