¿Por qué se muere el amor?
P. Adolfo Güémez, L.C.
«Por tanto, hermanos, pongan el mayor empeño en afianzar su vocación y su elección.
Obrando así nunca caerán.» 2P 1, 10
Cuando uno acude al doctor, no le interesa saber cómo funcionan las medicinas, la historia
de la enfermedad, los experimentos que se hicieron hasta encontrar la cura, etc. ¡Lo que le
interesa es curarse!
Lo más importante con tu pareja, para tu matrimonio, no es saber qué es el amor, su
historia, etc. Lo más importante es saber amar. ¡Urge eso! Pero, por lo visto, es lo que
menos abunda.
Todos los enamorados tienen la misma impresión: que se aman infinitamente, que nada ni
nadie va a poder acabar con ese amor, que son el uno para el otro. Pero, de hecho, la triste
historia de muchas parejas que se separan a los pocos meses o años de su matrimonio hace
desmentir esta certeza.
¿Por qué no todos perseveran? ¿Por qué se les "muere el amor"?
Porque tal vez no han aprendido a amar. Están sólo “enamorados”, pero no aman de verdad.
Su amor no maduró, no se desarrolló.
Cuando una persona es bebé, vive en un estado que requiere la atención total de los demás.
Sin ellos es imposible que sobreviva. Parece un pequeño rey al que todos están dispuestos a
servir y a divertir.
Al bebé, se le da todo, para que algún día él también pueda darlo todo.
Lo mismo pasa con el enamoramiento. Éste consiste en un momento hermoso, pleno,
totalizante, pero cuidado, no es más que eso: una etapa. De tal manera que si
pretendiéramos vivir siempre así, sería como ser bebés para siempre... Y así, ni tú ni los
demás serían felices.
En el enamoramiento sobresale la faceta del “recibir”, en el amor, la del “dar”.
En el enamoramiento doy porque recibo lo mismo.
En el amor doy aunque no reciba nada.
En el enamoramiento yo soy lo más importante, por eso, si dejo de recibir, dejaré de
querer.
En el amor, el otro es lo más importante y me entrego a él como si me estuviera
entregando a mí mismo.
¿Cómo explicar esta diferencia?
Lo contrario de la madurez es el egocentrismo que nos lleva a pensar siempre en nosotros
mismos, a creer que todo se nos debe, que todo lo merecemos. La persona egocéntrica es la
que dice "es que a mí nunca", "es que yo siempre soy el que cede, el que perdona, el que
tiene la iniciativa."
Para comenzar a amar de verdad, hay que madurar. La persona madura es la que sabe que
la vida no es sólo para recibir, sino que es sobre todo para dar. La que descubre que los
demás son iguales que yo, ni mejores ni peores. Y que por eso se merecen lo mismo que yo.
Sólo cuando estoy dispuesto a dar todo sin nada a cambio, entonces puedo decir que sé
amar y mi amor podrá llegar a su plenitud.
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