Mortificación y penitencia
Rebeca Reynaud
San Francisco le preguntó al Señor:
- ¿Cuál es el camino que lleva a Ti?
Contestó:
- El que va hacia arriba.
Si rechazamos la penitencia, estamos rechazando la implantación del Reino de
Dios en nuestra vida.
El hecho de que todos los personajes bíblicos —Abraham, José Moisés, Noemí,
Elías, Amós, Jeremías, Esther, David, etc.— hayan conocido sufrimientos,
desilusiones y fracasos ilumina el significado del dolor en los planes de Dios. .La
Cruz es la regla, no la excepción. Lo muestra también el libro de
El Señor de los
Anillos
: el bien es arduo.
La Carta a los Romanos 7 dice: No hago el bien que quiero… San Pablo se
encontraba atenazado por la codicia, la envidia, la ambición y el pecado, sentía
esa limitación dentro de él. Le toco orar mucho y sufrir mucho durante 20 años,
para vencer y logró decir:
es Cristo quien vive en mí.
Luchó mucho para sacar la
cizaña que tenía dentro. Tenía las señales de Jesús.
Por más oscura que sea la noche, Dios está próximo al hombre, a pesar de que
su presencia sea imperceptible. Las cruces que parecen más inútiles son las más
preciosas. En
Llama de amor viva
fray Juan explica: “si el alma busca a Dios,
El Hermano
Rafael Arnaiz
–trapense- dejó un diario a su muerte:
Señor,
mándame lo que sea, o flores o espinas, ¿qué más da? No me he de detener en
mirar nada, pues con mirarte a Ti tengo bastante... ¡Qué más da flores o espinas
si eres Tú el que las das!... Nosotros, si hablamos de cruz, es para quejarnos
con egoísmo; si buscamos consuelo, a nosotros nos buscamos. A Ti te tengo,
tengo tu amor, lo tengo todo (324). Le he dicho (en la oración) que yo no puedo
hacer nada, y me ha dado a entender que no me apure, que Él no quiere nada
de mí más que le ame, que le acompañe, que tenga oración que con ella lo
puedo todo y que confíe en Él.
El tiempo actual, reclama vivir la Cuaresma “como un camino de regreso
profundo desde el corazón de la vida a Dios”. Para volver a Dios, se nos

proponen tres medios: la oración, el ayuno y la limosna. Para el cristiano,
“
orar
significa dejarse amar por el Padre, ponerse en actitud de escucha, de
docilidad interior... La oración también significa abrirnos al soplo del Espíritu
Santo, que hace nuevas todas las cosas”, dijo el teólogo italiano Bruno Forte.
La
Cuaresma
es tiempo de purificación, para recordar los cuarenta días que
Jesús pasó en oración y ayuno para preparar su ministerio público.
Alegría porque, como decía León Bloy, “aunque estuvieras sola en el mundo, la
única hija de Adán, la Segunda Persona se encarnaría y se haría crucificar por ti
(...). Eres particular e inexpresablemente preciosa, puesto que el universo fue
creado sólo para ti (...). Tu alma es tan preciosa que han sido necesarios la
Encarnación y el suplicio de Dios para comprarla”.
Santa Catalina de Génova escribe: El mayor dolor en el Purgatorio es ver que las
puertas del cielo Dios las tiene abiertas para todos y que uno durante su tiempo
en la vida terrenal, rechazó las purificaciones. En el purgatorio el alma puede ver
el infinito amor y la infinita misericordia de Dios y las veces que le dimos la
espalda por nuestros deseos y voluntades. Entonces, el alma misma reconoce y
ve que aún el Purgatorio es demostración del infinito amor y misericordia de
Dios.
León Bloy reflexionaba: “Solamente cuando la Iglesia sufre se puede afirmar que
triunfa, y ella ha sufrido siempre. El sufrimiento es su patrimonio (...), su
verdadero tesoro (...): Un cristiano sin sufrimiento es un peregrino sin brújula.
Nunca llegará al calvario (...). El dolor es una gracia que no hemos merecido”.
Pascal escribió: “
Jesús estará en agonía hasta el fin del mundo: es preciso no
dormirse durante todo ese tiempo
”.
Santa Teresa
explica
:
Y está claro que, pues lo es que a los que Dios mucho
quiere lleva por camino de trabajos, y mientras más los ama, mayores (...).
Pues creer que admite a su amistad estrecha gente regalada y sin trabajos, es
disparate. (
Camino de perfección
, cap. 18, 2).
San Josemaría escribió:
Jesús me ha querido siempre para Él, por eso me aguó
todas las fiestas, puso acíbar en todas mis alegrías, me hizo sentir las espinas de
todas las rosas del camino... Y yo, ciego: sin ver, hasta ahora, la predilección del
Rey, que, en mi vida entera, reselló mi carne y mi espíritu con el sello real de la
Santa Cruz
(Vázquez de Prada, I, 543).

El que sabe llevar la cruz es el sabio verdadero. San Pablo dice que no quiere
saber otra cosa que a Cristo y a éste Crucificado. Si la Cabeza está coronada de
espinas ¿estarán los miembros cubiertos de rosas?
El beato
Don Álvaro del Portillo
afirmaba: “No es malo que existan obstáculos,
sino que les demos demasiada importancia. Hagamos el propósito sincero de
llevar las contrariedades con gallardía, con rectitud de intención, con gracia
sobrenatural y con garbo humano. Pidamos la ayuda de Dios para no tener
miedo a las dificultades, al cansancio, al sacrificio”.
[1]
Declaración, n. 28, a
Llama.
