Lo que nunca debes hacer por el hombre que amas
Martha Morales
El verdadero amor es libre y desinteresado. Aquí hay cinco cosas
que una mujer nunca debe hacer por el hombre que ama, Si él te
lo exige, no te ama.
Nunca le des dinero ni prestado ni regalado . Hay muchos
hombres vividores que tienen varias novias y a todas les
sacan tajada monetaria. Si te pide dinero, no te fíes de él. Las
mujeres nunca le han dado dinero a los hombres; son ellos los
que invitan a las mujeres a cenar o al cine. Si él quiere que le
dispares la comida o lo que sea, da la impresión de ser un
aprovechado en mal plan. Si ahora no se basta a sí mismo,
menos lo hará en el matrimonio: no será proveedor. Para conocer
a una persona hay que saber que pone su dinero y su tiempo en
lo que le interesa. Si no tiene tiempo para ti, te ama muy poco,
aunque diga lo contrario.
Renunciar a tu fe , a tu religión. Tus creencias son parte de lo
que eres. Si te pide que cambies, no ama lo que eres. Tu fe te
lleva a ser más segura de lo que quieres y de lo que no quieres,
te guía por el camino del bien y de la verdad, te hace feliz en esta
vida y en la otra; te hace agradable a Dios, te orienta en lo que
debes hacer y en lo que debes evitar, te impulsa a llevar una vida
recta y a actuar con una conciencia bien formada y muchas cosas
más. A lo mejor tu novio es un tibio y le hace falta conocer la
Biblia y la doctrina cristiana. ¿Será capaz de dedicarle diez
minutos a la lectura de algo religioso por amor a ti?
Si una persona hace oración, podrá oír en el fondo de su corazón
que Jesús le dice: “El tiempo que pases en la tierra es el tiempo
que tú puedes hacerme feliz a Mí. En la eternidad Yo soy el que te
hará feliz a ti. Aprovecha, pues, cada instante de tu vida para
darme esa felicidad… Ustedes son mi sueño porque son mi
proyecto. Mis pensamientos ya son realidad, no sueños. Ustedes
son mi sueño, porque sueño que un día serán Jesús… ¿Sabes a
qué me dedico? A amarte. Tú, dedícate a amarme” (R. Sada, Oír
tu voz, pp. 186-190).
Renunciar a tu estilo personal en el vestir, en tu educación
y en tus modales. Siempre podemos mejorar el estilo personal
pero no podemos dejarnos arrastrar por la moda o por los gustos
del novio, sobre todo si la mora es inmoral, si desviste. No
cambies tu apariencia para buscar la aprobación del novio, ya que
te debe querer como eres. Si está enamorado de ti y eres
“llenita”, no tiene porqué exigir que te parezcas a la chica
anémica y bulímica o flaca de la revista. Tenemos que ser señores
de nuestra propia biografía.
En un curso de retiro a Juan Pablo II, Bruno Forte —que dirigía
las pláticas— les decía un dicho napolitano: “Podemos vivir sin un
por qué, pero no podemos vivir sin un por quién”. Juan Pablo II le
dijo que le había dado tema para todo el retiro, y que traía esa
idea como ritornello: vivir por Jesucristo.
Ser sumisa . Una persona no debe plegarse a la voluntad de
otra; hombres y mujeres deben ser compañeros sin sentirse
superiores al otro compañero. Debe de haber diálogo en la toma
de decisiones. Además, cada uno lleva las riendas de su vida ya
que cada uno es dueño de sí mismo. A un hombre valioso le gusta
que la mujer sea desenvuelta, independiente y pensante; le gusta
que tenga convicciones y que sepa defenderlas. Un hombre con
virtudes no te separa de tu familia con idas negativas, ni te
separa de tus buenas amistades, sino que respeta tu tiempo y tus
elecciones.
La historia está marcada por una polémica entre el amor y la
incapacidad de amar, esa desolación de las almas es propia de los
hombres que sólo reconocen valores y realidades materiales,
cuantificables. Esta destrucción de la capacidad de amar produce
un aburrimiento mortal que lleva a buscar nuevas aventuras
amorosas. Es un veneno para el hombre y hay que saber
detectarlo y ponerle remedio.
5ª La comunicación es la parte más vulnerable de una pareja.
Hay personas que no saben comunicar lo que llevan dentro y así
resulta difícil conocerse a fondo. La conversación debe girar en
torno a conocer las habilidades e intereses, a conocer su
desempeño en el estudio o en el trabajo, a saber qué piensa de
los hijos y su educación, a saber cómo es su relación con Dios y
con la Iglesia. Muchas veces las parejas hablan de banalidades o
chismes que impiden el conocimiento propio y ajeno, y luego se
casan con un “desconocido” porque no tocaron fondo del alma del
ser supuestamente amado.
Hablar exige escuchar. ¿Qué es escuchar? Acoger la palabra del
otro. Es una partecita del ser del otro que se nos da, que se nos
regala. Si yo acepto la donación del otro ¿el otro, puede dar? No.
Comunicarse es acoger la palabra del otro, ¿cómo? Mediante la
escucha, como un don precioso. Si no escucho hago un daño
irreversible, se está destruyendo esa relación.
No aplazar la felicidad para nunca -decía Aquilino Polaino-
comunicarse, hablar del yo. El primer problema que encuentra
como terapeuta es la incomunicación conyugal: No se habla de tú
y yo, y si no se habla de tú y yo no se habla de “nosotros”. Hay
que saber que una mujer descansa cuando habla y un hombre se
cansa cuando habla.
Si quieres amar a Dios pon las mismas reglas de los amores de
la tierra. En primer lugar, conocerse. Conocer su palabra, su
Persona, su corazón. ¿Cuánto pienso en él? Y después de
conocerse, tratarse. Estar con él, orar. Y en ese trato empieza la
comunicación. Luego el Señor nos hará ver que quiere compartir
todo contigo. Dios nos manda mensajes con la naturaleza y con
otras personas o lecturas. Así nunca nos sentimos solos ni tristes.
El infierno es la soledad, el cielo es la comunión con otros.
Si quieres saber a quién verdaderamente amas, /sólo piensa para
quien siempre tienes tiempo, / a quien le das lo mejor de ti. / Allí
habrás encontrado la respuesta. / Anónimo.
No lo olvides: Casarse quiere decir que uno se compromete del
todo.