Las sorpresas de Dios
P. Fernando Pascual
31-1-2016
Nos sorprende Dios en el camino de la historia humana. Hechos cercanos o lejanos, palabras o
silencios, triunfos o fracasos, claridad o confusiones.
Muchos acontecimientos no son queridos por Dios, pero tampoco los impide. Deja hacer a sus
creaturas. Permite que libertades humanas provoquen guerras, siembren confusiones, engañen con
sofismas, arruinen a inocentes.
Ante el panorama de la historia, el cristiano descubre un querer misterioso y sorprendente de Dios. Si
uno confía, si uno se abre al perdón y a la ternura, si ama más allá del daño recibido, el mundo ofrece
espacios a la gracia.
No cae una hoja de árbol sin permiso del Padre. No ocurre este desastre sin que la Providencia lo haya
previsto. Más allá de todo el mal y del dolor que vemos, el corazón de cada hijo aprende a vencer el
mal con el bien (cf.
Rm
12,21).
Cada bautizado que confía y reza; cada católico que obedece a su conciencia bien formada; cada
hombre y mujer que busca la verdad y acepta lo que Dios le pide, se convierte en un signo visible de la
acción viva de Dios en medio de las tinieblas y el pecado.
Una nueva sorpresa parece desconcertar mi vida. Más allá de las dudas, más allá del miedo o de la
angustia, tengo una certeza: Dios es fiel, es Padre, es Amor.
Ahora es el momento de rezar para pedir luz sobre lo que tengo que hacer, y fuerzas para acometerlo.
Los resultados quizá no sean inmediatos, pero también en eso aprenderé confiar. Me basta con saber
que Dios sostiene la fidelidad serena de los hijos que se esfuerzan plenamente por la llegada de Su
Reino...