JESÚS, HACE CALOR
“Mire, yo me había propuesto comprar un ventilador. Mi casa tiene techo de
chapa. Hasta ahora no he podido comprarlo. Mi casa es insoportable de
calor”
Así hablaba aquel hombre y vos lo escuchaste.
Pero, también, nos has escuchado a muchos de nosotros.
Hace calor y nos hemos quejado del mismo.
Tú sabes lo que es pasar calor ya que viviste en una zona de abundante
calor.
Por más que nunca se encuentre una referencia a ello, tú lo viviste.
Sé que son tiempos donde no hay puntos de comparación.
En tu tiempo no había………. y la lista sería prolongada.
Ni siquiera tenías agua corriente para llegar de tus caminatas y darte una
ducha.
Se limitaban a, apenas, lavarse.
Todos tus constantes traslados los realizabas caminando y, en algunas
oportunidades, en el lujo de una barca pescadora.
Los peligros de los viajes nocturnos se dejaban de lado trasladándose
durante el día.
Eran varios kilómetros que se hacían bajo los rayos del sol y por caminos
apenas existentes.
Alguna posibilidad de sombra era como llegar hoy a algún lugar refrigerado.
Allí te sentabas para descansar un poco y para desgranar alguna charla.
Las jornadas donde el sol era acompañado por algo de viento el camino
resultarían más difíciles porque acompañado de granos de arena que
obligaban a envolverse los rostros.
“Hoy, por lo menos, corre algo de viento” nos decimos nosotros.
Para vos el viento no resultaría una muy agradable compañía.
Imagino tus marchas de una localidad a otra.
Distancias, calor, sol y más calor.
Tampoco, lo supongo, llevarías mucha cantidad de agua ya que ello
complicaría más tu marcha.
Me hace bien pensarte viviendo situaciones bien humanas como es el hecho
de pasar calor.
No eres un alguien ausente de estas cosas.
Lo tuyo no fue dentro de una burbuja sino desde la misma vida de los
hombres.
Eso de “Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros” no es una teoría o una
frase mística o alegórica.
Es una realidad y responde a una época mucho más dura que nuestra
época.
Es una realidad que asumiste desde su más completa crudeza.
En oportunidades tengo ocasión de hablar con personas más mayores que
yo y les escucho decir que antes no había………
Tú, también, podrías decirme que en tu tiempo no había…………
Necesitamos de mucha imaginación para poder suponer ese tiempo en el
que viviste.
Por ningún lado encontramos puntos de contacto con el hoy.
En tu tiempo las carencias eran mucho más que las posibilidades.
Por ello es que asumiste ese tiempo para hacerlo tuyo y vivir nuestra
condición.
Hasta la textura de la ropa era de distinta condición.
Los pobres, como vos, utilizaban unas túnicas de burda tela.
Debían ser resistentes para que durasen lo más posible y ello, también, era
un puno en contra de tus marchas interminables.
Habrás escuchado a aquel hombre que manifestaba de la situación de su
casa.
Habrás escuchado nuestras quejas ante la abundancia del calor de estos
días.
Sonreirás y nos dirás: “Yo también supe lo que es pasar calor”
Padre Martín Ponce de León