Computadoras y educación
Fernando Pascual
Cada día resulta más fácil a niños, adolescentes y adultos el tener a mano un tablet o una
computadora. Algunos gobiernos promueven el que haya computadoras en todas las escuelas y
con la máxima facilidad de acceso al mundo de internet para los alumnos de las mismas.
Esta nueva situación informática y escolar merece algunas reflexiones que puedan ayudar a un
buen uso de estos poderosos medios de comunicación.
Como todo instrumento, la computadora puede servir para el bien o para el mal. En general,
podemos considerarla (con perdón de los expertos) como un aparato que reúne una gran cantidad
de información (en su disco duro o con ayuda de otros medios), que facilita el acceso a la misma
(a través de internet), y que permite un gran número de operaciones interactivas (a través de
programas de diverso tipo).
De manera especial, internet se presenta como un mundo casi inagotable de informaciones de
todo tipo. En internet podemos entrar en bibliotecas especializadas, universidades de renombre,
páginas privadas, lugares de vicio, centros de información, grupos de tipo terrorista, juegos en
línea, redes sociales.
La variedad de ofertas exige una disciplina en la demanda. Este es un punto fundamental: ¿basta
con poner computadoras en una escuela para que éstas sean formativas? Sabemos que los niños y
los adolescentes (también los adultos) tienen una curiosidad enorme. El educador está llamado a
orientar esa curiosidad hacia aquellos conocimientos que sirven para un crecimiento humano y
social, ético y científico.
Acceder sin control alguno a un sinfín de imágenes y mensajes, que pueden ir desde los chantajes
hasta lo mejor de la literatura universal, resulta peligroso para un sano equilibrio emocional y
mental de nuestros alumnos. Este peligro puede evitarse, en la escuela, a través de filtros
especializados que impiden el paso a páginas de contenido claramente inmoral. Algo parecido
puede decirse respecto al uso de internet en el hogar, si bien no siempre los padres se sienten
preparados desde el punto de vista técnico para individuar e instalar aquellos sistemas de filtro
más eficaces que correspondan al nivel intelectual, emocional y psicológico de sus hijos.
Otro aspecto importante es el de la enorme variedad de informaciones a las que se puede acceder
desde internet. Este hecho puede ser visto como una riqueza: datos que sólo aparecen en revistas
especializadas o que son conocidos por grupos muy reducidos de personas son accesibles, en
teoría, desde cualquier rincón del planeta a través de una página web. Entre estos datos, algunos
son completamente falsos, otros son semi-verdaderos (o verdades manipuladas, truncadas u
orientadas en clave ideológica), otros son verdaderos pero sin ninguna contextualización que
permita un juicio equilibrado o completo sobre el dato, etc. Las situaciones pueden ser muchas, y
el educador a veces se siente superado por una información casi sin límites.
Este problema puede ser subsanado a través de un continuo esfuerzo de actualización por parte del
maestro, con la ayuda de criterios de discernimiento y usando la misma herramienta de internet.
Esos criterios pueden ser: la calidad de la fuente informativa (un centro universitario de prestigio,
una agencia de noticias de cierta difusión, una institución nacional o internacional caracterizada
por sus principios y su honestidad, etc.), la cercanía a los hechos, la serenidad y el equilibrio en los
juicios, el apoyo en experimentos o fuentes de reconocido valor científico, etc. Ello no quita que
existan manipulaciones o engaños también a través de estos canales que pueden parecer
fidedignos, o que existan noticias que no aparezcan en los mismos por motivos más o menos
justificados. Habrá, también, páginas “caseras” que reúnen información preciosa, ignorada (a
veces silenciada explícitamente) por grandes agencias informativas que prefieren preocuparse de
cómo va el perro del presidente X o de lo que va a ser la moda para el próximo verano. Pero algún
tipo de discriminación es necesaria, y los criterios anteriores pueden resultar útiles en la mayoría
de los casos.
Junto al acceso a fuentes informativas de calidad, el educador puede enseñar a los alumnos cómo
valorar los datos recibidos y cómo enriquecer su patrimonio cultural desde los mismos. Un exceso
de información puede crear en los niños y adolescentes sentimientos de desorientación o
embotamiento: es demasiado lo que encontramos en internet como para poder digerirlo todo. Por
lo mismo, resulta útil establecer una jerarquía informativa que permita ubicar los distintos datos
según experiencias conocidas o más cercanas, en orden a acceder poco a poco a nuevos campos
del saber, siempre de una manera pedagógica y constructiva
Un último aspecto resulta de especial importancia. La información sola muchas veces no es
suficiente para elaborar juicios éticos o de valor ante los hechos o los datos científicos
considerados. Podemos conocer los distintos mecanismos de la combustión de la gasolina, pero
quizá no tengamos elementos de juicio para ver hasta qué punto sea bueno reducir el consumo de
derivados del petróleo para evitar la contaminación. Podemos estudiar los nuevos sistemas de
armamento, pero hace falta orientar al alumno a rechazar la violencia armada como camino para
imponer ideas injustas. Podemos analizar la situación económica mundial gracias a páginas de
internet que recogen estadísticas muy interesantes, pero el hombre está llamado a trabajar por la
justicia y la solidaridad, por mejorar este mundo sin limitarnos a conocer cómo van las cosas.
Estos y otros valores no siempre están presentes entre las miles de informaciones de internet.
Cada educador, por lo tanto, está llamado a ayudar a los alumnos en el descubrimiento de aquellos
principios éticos que hacen la vida más justa y más humana.
Las computadoras y el acceso al mundo de internet forman ya parte de muchas escuelas y de
muchos hogares. Antes de encender un instrumento dotado de tantas potencialidades,
necesitamos una mayor capacitación para lo fundamental: ese respeto a la verdad y a la vida de
cada ser humano que debe ser el centro y la meta de todo proyecto educativo. Un respeto que
ayudará a encontrar el modo más eficaz para usar un sinfín de informaciones que están cada día
más cerca de todos gracias a una pantalla que abre mil ventanas y que nos puede acercar un poco
más a todos los hombres y mujeres del planeta...