Misericordia para “dummies”
P. Adolfo Güémez, L.C.
«Misericordia»: es una acción que todos necesitamos, pero que muy pocos son capaces de
dar. Porque ella es siempre un don, un regalo. Significa dejar que otro toque nuestra
miseria, que la haga propia y la transforme en una experiencia de amor.
El Papa ha querido dedicar este año precisamente a este tema. Su deseo es que este Jubileo
sea para cada uno de nosotros una experiencia viva de la cercanía de Dios Padre. Un Padre
que quiere ofrecernos su ternura, para fortalecer nuestra fe y, así, seamos testimonio ante el
mundo de su verdadero Amor.
La Misericordia, pues, no es sino el rostro del Padre que, ante el arrepentimiento del hijo,
acoge y perdona, olvidando completamente el pecado cometido.
En estas líneas quiero contestar de manera especial una pregunta que mucha gente me ha
hecho: ¿Cómo puedo ganar la indulgencia en este año de la Misericordia?
Para vivir y obtener la indulgencia, el Papa pide a los fieles lo siguiente:
1. Realizar una breve peregrinación hacia la Puerta Santa, abierta en la catedral de la
ciudad. En Aguascalientes, además, nuestro obispo ha determinado que se puede ganar
visitando los jueves el Santuario de Guadalupe y los viernes el del Sagrado Corazón de
Jesús.
Pero como la misericordia siempre es sobreabundante, no sólo a través de la peregrinación
podemos ganar la indulgencia, sino también a través de la práctica de las obras de
misericordia corporales: dar de comer, beber, hospedar y/o vestir al necesitado, visitar al
enfermo, socorrer a los presos y enterrar a los muertos. Y espirituales: enseñar, aconsejar,
corregir, perdonar, consolar, sufrir con paciencia los defectos de los demás y orar por vivos
y difuntos.
2. Cualquiera de estos momentos han de estar unidos con la confesión y comunión –al
menos siete días antes o después de haberlo realizado–, así como con una reflexión
personal sobre la misericordia.
3. Finalmente, debemos de renovar nuestra fe con el rezo del credo, y elevar una oración
por el Papa y sus intenciones.
Pero el Santo Padre sabe que no todos pueden hacer estas peregrinaciones, por eso, lleva su
corazón a los enfermos y a las personas ancianas.
A ellas las invita a vivir la enfermedad y el sufrimiento como experiencia de cercanía al
Señor. Si viven con fe y esperanza este momento de prueba, recibiendo la comunión o
participando en la santa Misa y en la oración comunitaria, también a través de los diversos
medios de comunicación, será para ellos el modo de obtener la indulgencia jubilar.
Los presos, así mismo, podrán ganar la indulgencia en las capillas de las cárceles, y cada
vez que atraviesen la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y su oración al Padre.
No olvidemos, por último, que una indulgencia se puede ganar para uno mismo o para
cualquier difunto al que se le quiera aplicar.
Termino aclarando que peregrinar no significa nada más trasladarse de un lugar a otro. Es,
de hecho, un signo de que también la misericordia es una meta por alcanzar y que requiere
compromiso y sacrificio.
De esta manera, la peregrinación es un estímulo para la conversión: atravesando la Puerta
Santa nos dejaremos abrazar por la misericordia de Dios y nos comprometeremos a ser
misericordiosos con los demás como el Padre lo es con nosotros.
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