Octavario por la Unidad de los Cristianos
Rebeca Reynaud
Tradicionalmente, la semana de oración por la unidad de los cristianos se celebra
del 18 al 25 de enero. En ella, de forma solemne y conjunta, nos reunimos en el
nombre de Jesucristo para pedir que las divisiones sean superadas y la unidad se
convierta en una realidad plena y visible. Es decir, durante el octavario, los cristianos
católicos, ortodoxos y protestantes de todas las denominaciones están invitados a
rezar juntos por su unidad.
Son unos días de súplica a la Santísima Trinidad pidiendo el pleno cumplimiento de
las palabras del Se￱or en la Última Cena: “ Padre Santo, guarda en tu nombre a
aquellos que me has dado, para que sean uno como nosotros” (Juan 17,11). La
oración de Cristo alcanza también a quienes nunca se han contado entre sus
seguidores. Dice Jesús: Tengo otras ovejas que no son de este redil, a ésas también
es necesario que las traiga, y oirán mi voz y formarán un solo rebaño con un solo
pastor (Juan 10, 16).
El Papa Francisco dijo en 2015: “No habrá unidad sin conversi￳n (pedir perd￳n y
perdonar), sin oraci￳n y sin santidad de vida”. El Papa alienta a “trabajar
infatigablemente por la paz y la reconciliación entre todas las iglesias y las
comunidades cristianas”.
En un largo escrito Benedicto XVI concluye que la unidad es obra del Espíritu Santo.
¿Con qué Papa se inició el Octavario? La práctica de la Semana de Oración por
la Unidad de los Cristianos fue introducida en 1908 por el padre Paul Wattson,
fundador de una comunidad religiosa anglicana que luego entró en la Iglesia
católica. Añadimos que fue cofundador de la Sociedad de la Expiación ( Society of
the Atonement), de Graymoor (Nueva York, Estados Unidos). La iniciativa recibió la
bendición del papa san Pío X y fue luego promovida por el papa Benedicto XV, que
animó su celebración en toda la Iglesia católica con el breve Romanorum
Pontificum, del 25 de febrero de 1916. Este Papa dijo: “La Iglesia no es latina, ni
griega, ni eslava, sino cat￳lica: no hay diferencia entre sus hijos”.
Benedicto XVI ha pedido a cada cristiano que se responsabilice por la unidad de los
cristianos. Esa unidad empieza por la unidad en mi casa y con mis hermanos. Por
nosotros mismos no somos capaces sino de sembrar la discordia y la desunión. Dios
nos sostiene para que sepamos ser instrumentos de unidad, personas que saben
disculpar y reaccionar sobrenaturalmente.
Nuestro Señor funda su Iglesia sobre la debilidad –pero también sobre la fidelidad-
de unos hombres, los Apóstoles, a los que promete la asistencia constante del Espíritu
Santo.
En 2008 el Papa Benedicto XVI dijo que la misión de la Iglesia en estos momentos
pasa por el avance en el camino ecuménico. El pontífice exhortó: «¡No tenemos que
cansarnos nunca de rezar por la unidad de los cristianos!»... «Cuando Jesús,
durante la Última Cena, rezó para que todos "sean uno", tenía un fin preciso: "para
que el mundo crea"», explicó recordando el pasaje evangélico de Juan 17, 21.
«La misión evangelizadora de la Iglesia pasa por tanto por el camino ecuménico, el
camino de la unidad de fe, del testimonio evangélico y de la auténtica fraternidad»,
aseguró el obispo de Roma. ».
Benedicto XVI , en la audiencia del 18 de enero de 2012 dijo: El mismo Señor
Jesús oró durante la Última Cena, antes de su pasión: “Te pido que todos sean uno.
Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, que también ellos estén unidos a
nosotros, de este modo, el mundo podrá creer que tú me has enviado”. En otro
momento Benedicto XVI dijo que la unión de los cristianos era obra del Espíritu del
Santo, y no se sabe cuándo nos dará ese don.
En el Octavario por la Unión de los Cristianos pedimos por nuestros hermanos
separados; hemos de buscar lo que nos une, pero no podemos ceder en cuestiones
de fe y moral. Junto a la unidad inquebrantable en lo esencial, la Iglesia promueve
la legítima variedad en todo lo que Dios ha dejado a la libre iniciativa de los hombres.
Por eso, fomentar la unidad supone al mismo tiempo respetar la multiplicidad, que
es también demostración de la riqueza de la Iglesia.
En estos días pedimos al Señor que acelere los tiempos de la ansiada unión de todos
los cristianos. ¿La unión de los cristianos?, se preguntaba San Josemaría Escrivá. Y
respondía: sí. Más aún: la unión de todos los que creen en Dios. Pero sólo existe una
Iglesia verdadera. No hay que reconstruirla con trozos dispersos por todo el
mundo (Homilía, Lealtad a la Iglesia ).
Desde hace siglos la Iglesia está extendida por los cinco continentes; pero la
catolicidad de la Iglesia no depende de la extensión geográfica, aunque esto sea un
signo visible. La Iglesia era Católica ya en Pentecostés; nace Católica del Corazón
llagado de Jesús. Ahora, como entonces, extender la Iglesia a nuevos ambientes y a
nuevas personas requiere fidelidad a la fe, y obediencia rendida al Magisterio de la
Iglesia.
El Octavario concluye conmemorando la conversión de San Pablo. El martirio de San
Esteban, dice San Agustín, fue la semilla que logró la conversión del Apóstol. Dice
textualmente: “Si Esteban no hubiera orado a Dios la Iglesia no tendría a Pablo” (cfr.
S. Agustín, Serm, 315,7).
Para uno de los días del Octavario se nos recomienda esta Oración: Dios, que
proteges a la viuda, al huérfano y al extranjero en un mundo donde muchos
conocen la desesperación, tú has resucitado a tu Hijo Jesús para llevar esperanza a
la humanidad y renovación a tierra. Sigue consolidando y unificando tu Iglesia en
sus luchas contra las fuerzas de la muerte en un mundo donde la violencia hacia la
creación y hacia la humanidad obscurecen la esperanza en la nueva vida que tú
ofreces. Te lo pedimos en nombre de Cristo resucitado, en la fuerza de su Espíritu.
Amén.
La Didaché enseña que los primeros cristianos estaban dispuestos a dar la vida por
la unidad de la Iglesia.