Llamar a las cosas por su nombre
Rebeca Reynaud
Un chico tiene experiencias sexuales con su novia y lo único que pregunta ella es si
eso es “sexo seguro”. Esta visión desacraliza la sexualidad. El sexo no solamente es
algo bueno y grande. El sexo es secreto y santo; es algo exclusivo y permanente,
no solamente biológico, es para formar la familia de Dios. Cuando tomas algo
bueno y lo desacralizas, estás profanando el amor.
En el Cántico de Confucio, el señor Wei le pregunta al sabio cuál sería la primera
reforma que llevaría a cabo si llegara al poder, y éste le responde:
- Llamar a las cosas por su nombre.
Hay que tener la valentía de no desvirtuar el sentido de los conceptos más decisivos,
como el amor, la libertad, la sexualidad, la muerte... Actualmente se utilizan
palabras que seducen tales como salud reproductiva y derechos sexuales , para que
las personas no comprendan el alcance de las palabras pero las acepten,
porque suenan bien. ¡No nos dejemos engañar!
Hay quienes afirman que “mientras no se haga mal a nadie se puede hacer lo que
uno quiere”, y no es verdad. Si una persona no da todo lo bueno que puede, se está
defraudando a sí mismo y está defraudando a toda la humanidad. Por ejemplo, con
la masturbación, la persona se deshace a sí misma, está dejando de dar de sí y daña
a los demás, pues los seres humanos influimos unos en otros. En lugar de buscar la
autocomplacencia podría hacer el bien a otros. El ser humano está llamado al amor,
a la pureza, no al vicio y a la impureza.
Para evitar equivocaciones es necesario tener puesta la cabeza en el futuro, no vaya
a ser que lo que ejecutemos en el presente sea un obstáculo para lo que más adelante
queremos conseguir.
Hoy se habla mucho de la ética como una solución a los problemas presentes de
corrupción.
Sólo cuando el hombre sabe que tiene un fin último, que es la felicidad, o, dicho con
otras palabras, la perfección, se puede tener ética. Si no hay este conocimiento de la
tendencia a la felicidad en el hombre, y de su posibilidad de alcanzarla, no se puede
construir una ética.
La experiencia estética -es decir, el descubrimiento y el conocimiento de la belleza-
es una de esas experiencias que ayudan a descubrir la riqueza de la experiencia ética.
Ciertas actitudes de algunos jóvenes actuales lleva a pensar que éstos se encuentran
muy alejados de una vida ética; parecen haber roto amarras con cuanto ha
significado durante siglos una conducta recta . Se les podría ayudar a comprender las
leyes de su desarrollo como personas: qué retos plantea, qué frutos reporta, hacia
qué plenitud conduce..., esa comprensión le abre posibilidades colosales de
realización personal.
Françoise Sagan –feminista francesa del siglo XX- piensa que lo único que justifica la
vida es la dicha; los personajes de sus novelas son seres fascinados por el consuelo
que da el amor; siempre se trata de amores fugaces y frágiles. Ella dice que se trata
de “un poco de sol en el agua fría”; desconoce ese amor que es como un fuego que
disuelve y recompone y transfigura al ser amado, a través de todas sus debilidades
y decrepitudes.
Para muchos la meta de la vida consiste en aumentar indefinidamente los placeres,
las gratificaciones individuales y afirmar la independencia. La afirmación en el
egoísmo parecería que exalta la propia personalidad, pero de hecho la mengua frente
al entorno. ¿Y en qué terminan? En el aburrimiento, o en una carrera desbocada
rumbo a su perdición.
En las casas de juego unos ganan y otros pierden, pero todos se hallan crispados,
corroídos por la angustia propia del vértigo. Esa actitud conduce a la apatía frente a
los grandes valores. Se habla mucho de tolerancia, pero en el fondo estamos frente
a un estado de pobreza espiritual, en cuanto al estilo de pensar, querer y sentir.
Una ética represiva genera, necesariamente, como su opuesto una ética permisiva ,
es decir, una no-ética, la cual renuncia a proporcionar normas que orienten el
comportamiento humano y se limita a justificar tal comportamiento en vez de
orientarlo.
Todos estamos de acuerdo en que anhelamos la felicidad, en lo que no estamos de
acuerdo es en dónde está. Hay quienes dicen que está sólo en el dinero o en el placer.
¿No será el ser humano merecedor del algo más elevado?