AUN PERDURA
Sin duda que aún perdura en mí la eucaristía de Navidad.
Mientras intento redactar este artículo escucho que la noche se va colmando de
estallidos.
Poco a poco se van acercando las 0 horas.
Cientos de petardos se escuchan pero no puedo dejar de escuchar otra realidad.
Habíamos sido acompañados, en la eucaristía, por muchas familias.
Mucha gente joven.
Muchos rostros con los que hemos compartido diversas actividades.
Muchos niños que acompañan desde su no entender y desde sus ojos grandes.
Los ventiladores no logran poner aire fresco en el templo.
La gente que se encuentra de pié buscan ponerse cómodos ante la falta de asientos.
Los músicos con sus sonidos y sus cantos dan renovada fuerza a la celebración.
Poco a poco van transcurriendo los diversos momentos de la celebración.
Se apagan las luces del templo. Es nuestro mundo en tinieblas que necesita luz.
Solamente algunas tímidas luces de unas velas alumbran el altar.
Se realiza la consagración y todo se ilumina.
Es Navidad. Jesús está presente.
Desde su silla de ruedas acerca al pesebre el niño que aún era ausencia.
Desde su silla de ruedas nos dice de la fuerza y la determinación que son elementos
necesarios para que Navidad sea para todos.
La eucaristía continúa y se hace oración por todas las familias.
Las que son y las que necesitan dar pasos para ser más.
Es imposible no tener una oración por las familias de los inundados que, sin duda, viven
una Navidad distinta a la de siempre.
No falta la oración por esas presencias que son una ausencia definitiva pero son
presencia en los recuerdos.
Los cantos intensos matizan los rezos.
Llega el momento de la comunión con Jesús.
Es fragilidad que se toma en las manos para ayudar a crecer.
Es fragilidad que se rodea de cuidados para hacer crecer.
Es amor que se asume para hacerlo realidad desde y en lo cotidiano.
Ha llegado el momento de agradecer mediante un gesto sencillo.
Algunos de los chicos de la catequesis se hacen presentes para distribuir lo que han
venido realizando desde hace muchos días.
A su manera van distribuyendo lo que han construido.
Es lindo poder tener el privilegio de estar delante mirando los rostros de la gente.
Reciben, miran y sonríen.
Comentan con el de al lado lo que han recibido.
Es un detalle pleno de delicadeza, trabajo y niñez.
La eucaristía llega a su fin.
Los saludos, hechos augurio, se prolongan.
Poco a poco todos se van retirando. La fiesta habrá de prolongarse.
La noche se va colmando del sonido de los petardos.
Ahora llega el momento de prolongar lo vivido.
Ahora llega el momento de no concluir lo celebrado.
Navidad es compromiso y tarea.
Navidad es cercanía y aceptación.
Navidad es vida que se hace entrega.
El cielo se viste de luces de colores mientras, en mi interior, aún perdura una eucaristía
plena de Navidad.