Abandonarnos en la manos de Dios
Rebeca Reynaud
Durante las reuniones del Concilio Vaticano II el Papa Juan XXIII no se
había sentido bien, tenía cáncer de estómago. Monseñor Capovilla lo oyó
declarar:
- Si el Señor Jesús me dijera: Pídeme esta gracia y te la concederé;
yo le contestaría: No Señor yo no pido nada. Decide tú mismo. Hasta
el fin de mi vida quiero ser fiel al Padrenuestro que tú nos has
enseñado: Hágase tu Voluntad , cuyo ejemplo nos diste de Belén al
Calvario”. Algo semejante aconsejaba San Francisco de Sales: Por lo que
se refiere a nosotros, “ni pedir nada ni rechazar nada”.
Todos estamos sometidos a la tempestad. Pero Jesús calma la tempestad
(Marcos 4, 35-40). Con Jesús en nuestra barca no naufragaremos. En estos
trágicos momentos Jesús parece dormido. Y sin embargo está. Es cuestión
de hacer presente la presencia de Jesús. La fe es la certeza de su presencia
y de su compañía. Es el acto de fe el que hace que la fuerza de Jesús actúe,
y que la tempestad pierda la fuerza que tiene. En todo salimos vencedores
gracias a aquél que nos amó (Romanos 8,35ss).
Jesús nos dice: “No te preocupes de nada porque Yo estoy contigo. No
quieras ser tú el que guía sino deja hacer a la Mano que te lleva. Dejarse
llevar es dejarse amar, así vivirás de fe, de esperanza y de amor. ¡Ah! Y sin
inquietudes que te distraigan de Mí. Así todo se simplifica”.
“Aunque se hunda el mundo, dirás que no pasa nada. Y será verdad porque
ha llegado el momento en que Yo, tu Dios, dispuse que se hunda el mundo.
Venga lo que venga, viene de M” ( Oír tu voz , p. 310). Nada sucede sin el
plan de Dios. No importa tanto lo que yo haga sino el “hágase en mí”.
Todo es para bien. Hay que creer en la providencia de Dios y poner en las
manos de Dios el pasado, el presente y el futuro. La piedad es el don de
saber que tenemos un Padre lleno de amor y absolutamente omnipotente.
Paradigma del don de piedad es Santa Teresita de Lisieux. Ella decía: “Haría
falta otra lengua distinta a la de la tierra para expresar la belleza del
abandono de un alma en las manos de Dios”. Dios tomará la custodia del
alma que se ha abandonado a Él. La confianza nos debe conducir al amor.
Meses más tarde, cuando estaba en su lecho de muerte Santa Teresita
decía: “Estas palabras de Job: Aunque Dios me quitara la vida seguiría
esperando en él , me han cautivado desde mi infancia, pero he tardado
mucho en llegar a este grado de abandono, ahora puedo decir que he
llegado. Dios me ha tomado en sus brazos y me ha colocado en él”.
Hemos de ejercitar la confianza y el abandono en la providencia cuando las
cosas no funcionan bien, hay que seguir confiando en Dios contra toda
esperanza, suceda lo que suceda.
Jesús le dio unos consejos a Santa Faustina para combatir la guerra
espiritual. Anoto algunos: Pon tu amor propio en el último lugar para que no
contamine tus obras. Ten una gran paciencia contigo misma. Evita la
murmuración como una plaga. Si alguien te causa problemas o te hace
sufrir, piensa en el bien que le puedes hacer. Cuando te golpeen, escóndete
en mi Corazón. Lucha con la convicción de que Yo estoy contigo. No te
dejes guiar por el sentimiento, porque no siempre está bajo tu control, todo
el mérito radica en la voluntad. No te desanimes con la ingratitud. No
examines con curiosidad los caminos por donde Yo te dirijo. Prepárate para
las grandes batallas; todo el cielo y la tierra te están mirando.
C ompar to otro parrafito del Diario de la Divina Misericordia escrito por
Santa Faustina. Son palabras del Señor: Hija Mía, observa fielmente las
palabras que te voy a decir: no valores demasiado ninguna cosa exterior,
aunque te parezca muy preciosa. Olvídate de ti misma y permanece
continuamente Conmigo. Confíame todo y no hagas nada por tu cuenta y
tendrás siempre una gran libertad de espíritu; ninguna circunstancia ni
acontecimiento llegará a turbártela. No prestes mucha atención a lo que
dice la gente, deja que cada uno juzgue según le guste. No te justifiques,
eso no te causará daño. Dalo todo a la primera alusión de petición, aunque
fueran las cosas más necesarias; no pidas nada sin consultarme. Deja que
te quiten incluso lo que te mereces; la estima, el buen nombre; que tu
espíritu esté por encima de todo esto. Y así, liberada de todo, descansa
junto a mi Corazón, no permitas que nada turbe tu paz.
El hecho de que todos los personajes bíblicos —Abraham, José Moisés,
Noemí, Elías, Amós, Jeremías, Esther, David, etc.— hayan conocido
sufrimientos, desilusiones y fracasos ilumina el significado del dolor en los
planes de Dios. .La Cruz es la regla, no la excepción. Lo muestra el libro de
El Señor de los Anillos.
En la Carta a los Romanos San Pablo dice: No hago el bien que quiero … San
Pablo se encontraba atenazado por la codicia, la envidia, la ambición y el
pecado, sentía esa limitación dentro de él. Le toco orar mucho y sufrir
mucho durante 20 años, para vencer, y logró decir: es Cristo quien vive en
mí. Luchó mucho para sacar la cizaña que tenía dentro.
Por más oscura que sea la noche, Dios está próximo al hombre, a pesar de
que su presencia sea imperceptible. Las cruces que parecen más inútiles
son las más preciosas. En Llama de amor viva fray Juan explica: “si el alma
busca a Dios, mucho más la busca su Amado a ella” (Declaración, n. 28,
a Llama).
El Papa Benedicto XVI dice que quien se abandona en manos de Dios, no se
convierte en marioneta de Dios, sino que quien confía en Dios, encuentra la
verdadera libertad, la gran amplitud creadora de la libertad para el bien.
El hombre que se abandona en Dios, no se hace más pequeño, se hace más
grande pues gracias a Dios y juntamente con Él se hace grande, divino, y
juntamente con Él llega a ser él mismo. Jesús sacia todo anhelo del
corazón. No somos capaces de conocer el futuro, ni siquiera la hora que
sigue.
FIN