La tentaci￳n del “para después”
P. Fernando Pascual
5-12-2015
Llega un mensaje. Lo dejo para después. Tengo que rellenar un formulario público. Lo haré mañana.
Un amigo me pide ayuda para sus estudios. Le doy largas.
La tentaci￳n del “para después” llama continuamente a mi puerta. ¿Por qué? Porque prefiero seguir
con lo que estoy haciendo. O porque me cansa afrontar ese asunto. O porque ahora prefiero escuchar
música o salir a pasear.
Pero hay momentos en los que el “para después” crea heridas. Un amigo se sintió abandonado por
culpa de mi retraso. Un familiar esperó uno y otro día mi llamada sin recibirla. O, por sorpresa, recibí
la notificación de una multa especial por no haber hecho a tiempo la declaración de impuestos...
Esa tentación llega también a la vida del cristiano. Dejamos para después la confesión, porque, total,
pensamos que ese pecado no hizo da￱o a nadie. O porque no hay que ser “legalistas”, y así aplazamos
la misa dominical hasta la próxima semana. O porque dejamos de dar limosna a un pobre realmente
necesitado simplemente porque hoy no sentíamos el corazón dispuesto.
La vida, sin embargo, no se detiene. Lo que no haga hoy (me lo han dicho tantas veces) tal vez nunca
lo haré ma￱ana. La carpeta de “asuntos pendientes” no puede hincharse hasta el infinito. Ese familiar
tiene que ser visitado hoy mismo: después será demasiado tarde.
Romper la tentaci￳n de “para después” es posible desde una mente reflexiva que reconoce la
importancia de cada cosa, y desde una voluntad firme que dice no a los caprichos y sí a lo que
promueve el bien, la justicia, el amor.
Un cristiano no puede vivir esclavizado bajo el susurro continuo del “ahora no, mejor ma￱ana”. Dios
es un continuo “hoy”. Nos habla ahora, nos pide que no endurezcamos el coraz￳n (cf. Sal 95).
El instante que tengo ahora entre mis manos es ya un momento de gracia y de salvación (cf. 2Co 6,2),
y necesito aprovecharlo inmediatamente, con esperanza, alegría y amor sincero...