En las manos del Dios
P. Fernando Pascual
28-11-2015
Empezamos a existir por Amor. Continuamos cada día desde el Amor y para amar. Llegará un
momento en el cual el Amor lo será todo.
Mientras, se suceden los acontecimientos. Buenos, aunque no siempre lo parezcan, si nos acercan a la
meta. Malos, aunque a veces pensemos que no lo son, si nos apartan del amor.
Momentos de tormentas y momentos de bonanza. La vida parece un sucederse de hechos no siempre
comprensibles. Las sombras luchan contra la luz. La tristeza amenaza con apagar la esperanza.
Para el creyente, basta con ponerse en manos de Dios para que todo empiece a ser distinto. Porque
Dios es Padre, es Bueno, es Bello, es Justo, es Misericordioso.
Con Él no hay oscuridad invencible. Con Él los sufrimientos quedan curados. Con Él tenemos fuerzas
para la lucha. Con Él conseguimos perdonar y pedir perdón.
Cristo enseñó el sentido verdadero de la vida humana: caminar hacia el encuentro con el Padre, confiar
completamente en Su Amor, abandonarse a una Providencia llena de ternura.
Cada día necesito ponerme en las manos de Dios, como un lirio o como una golondrina; como un niño
que duerme, lleno de paz, en los brazos de su madre (cf. Mt 6,25-34; Sal 131).