FUNDAMENTALISMO
Continúan los ecos y las repercusiones.
Los atentados en Francia siguen siendo noticia.
Están destinados a ser de esos acontecimientos que marcan la historia.
Son de esos acontecimientos que no pasan indiferentes.
Los mismos despiertan en nosotros una serie de pensamientos que no
hacen otra cosa que despertar interrogaciones.
Por más que uno intente acercarse a ellos uno tiene la sensación de
pretender apretar un puñado de agua con la mano.
Son acontecimientos realizados por los seres humanos y, por lo tanto, han
de poseer alguna lógica y la misma resulta incomprensible.
Miro, leo, trato de informarme sin quedarme en los meros detalles.
Lo anecdótico pasa a un segundo plano ante la necesidad de poder entender
algo de lo sucedido.
Quiero despojarme de todo eso que me llega y me trata de pintar la
realidad como si fuese en una simplista división o enfrentamiento entre “los
buenos” y “los malos”.
Trato de ordenar mis pensamientos pero no logro hacer tal cosa ya que
necesito darles tiempo para que se decanten.
Perdonen pero, desordenadamente, trataré de compartir algunos
pensamientos que estos hechos han despertado en mí.
Lo primero es un rechazo al hecho de que, en acontecimientos de esta
índole, se pretenda involucrar a Dios.
Con estupor uno descubre las muchísimas páginas de la historia que están
llenas de horrores que se han cometido en nombre de Dios.
Dios no es fundamentalista.
Cuando el ser humano se vuelve religiosamente fundamentalista se presta a
justificar cualquier atropello que pueda cometer.
El fundamentalismo es, religiosamente, nocivo para el ser humano sea del
signo que sea.
Cuando una postura religiosa se encierra en su considerarse como “la única
verdadera” todo lo demás resulta agresivo porque oposición y, por lo tanto,
realidad a combatir.
Dios es respetuoso y, por ello, acepta la variedad de las opciones libres del
ser humano.
Opciones que implican honestidad, respeto hacia los demás y promoción del
ser humano.
Llama mi atención todo lo que, hoy en día, se dice sobre el Islam.
Parecería que “Islam” es una mala palabra ya que es sinónimo de violencia,
odio y maldad.
No podemos reducir a todos los seguidores del Islam a los yihadistas del
ISIS.
No podemos generalizar y estigmatizar a todos los musulmanes.
Parecería como que ellos son “los malos” que vienen a importunar a “los
buenos” que, lógicamente, somos nosotros.
Se nos trata de pintar la realidad como si fuesen “los violentos” que
aparecen para distorsionar la paz en la que vivimos.
Nunca se mencionan a los vendedores de armas que se frotan las manos
ante la creciente demanda.
No todo es como se nos pinta.
El Islam no es un camino perverso ni los occidentales son “las víctimas
inocentes”.
Repudio a quienes aprovechan y compran el petróleo barato que ofrecen.
Repudio a quienes lucran proveyendo armas para sostener la realidad.
Repudio a quienes desprecian la vida propia y ajena.
Repudio a quienes, en nombre de Dios, realizan actos en contra del ser
humano.
Elevo una oración por las víctimas inocentes de la situación que, entre
todos, hemos plasmado para nuestro hoy.
Padre Martín Ponce de León SDB