COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO
MI ALMA TE ANSÍA SEÑOR
Hay días sin palabras y palabras sin días,
soplos eternos y eternidades que no llegan,
almas destrozadas y cuerpos despedazados,
quizás la vida sea un sin vivir probándonos.
Satisfecho el ser que carga con la prueba
y la soporta, purificado, recibirá el alivio
que el Señor ha prometido a los que le siguen,
porque Él es la auténtica luz que nos renace.
Tras este duro camino, volverá la calma,
con su anverso colmado de versos y de vida.
Pongamos siempre amor, vivamos para amar,
retoñemos para ser, florezcamos para estar.
Para estar en el atrio compasivo del Señor,
porque el Creador es padre imperecedero.
Proclamemos, pues, el gozo de sentirnos amados,
desde ahora y por siempre y para siempre.
Abramos las puertas interiores del corazón.
Apartemos del camino las piedras halladas.
Quien mal se quiere, mal se encuentra el alma.
Únicamente el Señor nos podrá injertar la paz.
Una paz que es más precisa que el aire.
Un aire que es más preciso que el pan.
Un pan que es más preciso que el camino.
Un camino tan precioso como preciso, ¡el cielo!
Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
13 de noviembre de 2015