Los siempre descontentos y los siempre positivos
P. Fernando Pascual
7-11-2015
Surgió una propuesta. Los siempre descontentos buscaron hundirla con misiles y bombas de palabras.
Los siempre positivos la analizaron con paz y vieron cómo mejorarla para el bien de todos.
Así ocurre en las familias y en el trabajo, en la parroquia y en el equipo de deporte, entre los
compañeros de clase y los miembros de una asociación humanitaria.
Los siempre descontentos se fijan en lo que no entienden, lo que no les gusta, lo que según ellos no
funcionaría. Analizan la cantidad de esfuerzo que acompaña cada propuesta. Los gastos elevados y los
escasos (según ellos) beneficios. Lo cuestionan todo porque, explican, siempre existen alternativas
mejores...
Los siempre positivos analizan la propuesta en sus diversos aspectos. Ven qué es valioso y puede
mejorarse. Estudian cómo habría que llevarla a cabo, si promete buenos resultados, o cómo posponerla
si hace falta ponerla en cuestión por motivos serios.
En un mundo tan complejo como el nuestro (¿ha existido alguna vez un mundo simplificado?), no es
posible contentar a todos ni llegar a propuestas y decisiones perfectas.
Frente a las mil alternativas que pueden escogerse, produce pena encontrarse con personas siempre
descontentas y críticas de cualquier iniciativa. En cambio, da serenidad y alegría ver a los siempre
positivos que colaboran y piensan desde una actitud de acogida y afecto hacia los demás, también si
tienen ideas diferentes de las propias.
¿Cómo queremos ser? ¿Qué vamos a decidir en medio de las diferentes opciones que se abren ante
nuestros ojos? ¿Cómo recibiremos las propuestas e iniciativas de quienes viven a nuestro lado? Si
respondemos adecuadamente, infundiremos un poco de aire fresco y positivo en un mundo necesitado
de esperanza y de sanas alegrías...