Ante procesos que destruyen
P. Fernando Pascual
29-10-2015
Hay procesos que dañan, que dividen, que destruyen, que generan tensiones, que abren caminos hacia
el mal.
Esos procesos pueden darse en uno mismo: una enfermedad o un rencor que perjudican la salud, la
mente, las relaciones. O pueden darse en la sociedad, hasta el punto de provocar revueltas, divisiones,
independencias insolidarias, guerras civiles, odios entre naciones.
Causa una pena íntima constatar que un virus toma posesión de una vida, que un cáncer avanza
silenciosamente, que la falta de control en la comida lleva a una obesidad evitable, que la dependencia
respecto de drogas o del alcohol destruyen poco a poco a una persona.
Como también duele ver que un país inicia un proceso hacia la propia destrucción, hacia rencillas que
pueden durar décadas, mientras políticos corruptos piensan en sus intereses mezquinos y otros políticos
promueven ideologías del odio, del racismo, del nacionalismo exagerado y del desprecio hacia “los
diferentes”.
Ante procesos que destruyen, desearíamos tener la clarividencia y la fuerza de voluntad para
identificarlos, detenerlos en la medida de lo posible, paliar sus daños, y comenzar procesos positivos.
A veces, sin embargo, vemos el avance de procesos dañinos ante la pasividad de la “opinión pública”,
ante la corrupción y el desgobierno de la “clase política”, ante la apatía de quienes viven ahogados por
lo inmediato e indiferentes ante males que están en sus inicios.
Sí: hay procesos que destruyen y que causan daños irremediables, al menos en el horizonte del mundo
presente. Por eso buscamos caminos de solución, pedimos ayuda a mentes despiertas y corazones
generosos, porque queremos evitar una catástrofe y promover la salud en las personas y la sana
armonía entre los miembros de las sociedades.
En ese esfuerzo, también podemos rezar a Dios. Porque sin su ayuda nada humano consigue remedios
verdaderos. Con su intervención providente, que cuenta también con lo que podamos hacer desde
buenas intenciones y prudentes acciones, será posible detener procesos dañinos y promover procesos
sanos que ayuden a hacer el mundo un poco más justo y más bueno.