Lectura de la Sagrada Escritura
Rebeca Reynaud
Un periodista le preguntó al Papa Benedicto XVI que, si tuviera que irse a una isla y
sólo pudiera llevar dos libros, cuáles serían. Contestó:
¾ La Biblia y las Confesiones de San Agustín.
La Exhortación Ap. Verbum Domini , de Benedicto XVI nos invita a conocer la
Palabra de Dios. Dice que la fe cristiana no es una “religi￳n de libro”, el cristianismo
es la religión de la Palabra de Dios, pero no de una palabra escrita y muda, sino del
Verbo encarnado y vivo. Además, la Palabra de Dios es el fundamento de toda la
realidad. “Por medio de la palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que
se ha hecho” (Juan 1,3). Por la fe sabemos que la Palabra de Dios configur￳ el
universo. Este es un gran anuncio liberador. Todo lo que existe no es fruto del azar
irracional sino que ha sido querido por Dios, está en sus planes.
En su gran condescendencia, Dios nos habla en palabras humanas. A través de todas
las palabras de la Sagrada Escritura, Dios dice sólo una palabra, su Verbo único,
Jesucristo, “es un mismo Verbo que resuena en la boca de todos los escritores
sagrados, dice San Agustín (Psal. 103, 4,1). Allí el cristiano encuentra su alimento y
su fuerza, porque Dios habla al hombre a la manera de los hombres (CEC, n. 109).
El Concilio Vaticano II pide dar impulso a los estudios bíblicos, en la constitución
dogmática sobre la revelación Dei Verbum , dice: “En los libros sagrados, el Padre que
está en el cielo sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con
ellos”… La palabra de Dios es “sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus
hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual” (n. 21). Y
continúa: Se “recomienda a todos los fieles (...) la lectura asidua de la Escritura para
que adquieran la ciencia suprema de Jesucristo (Phil 3,8), pues “desconocer la
Escritura es desconocer a Crist o [1] (...) “Recuerden que a la lectura de la Sagrada
Escritura debe acompañar la oración para que se realice el diálogo de Dios con los
hombres” (n. 25). Parece que esta constituci￳n es el acontecimiento más grande del
Concilio. Hay un viraje en los estudios teológicos, y, además, organizan la Liturgia
para que se conozcan las Escrituras.
Lo que tenemos en la Biblia no es una historia humana solamente, sino una
comunicación que Dios quiere tener con cada persona. La Palabra de Dios no fluctúa
por los acontecimientos históricos; sin embargo, la Historia sí influye en los que leen
la Palabra y en los que la escribieron, por eso, para interpretar bien hay que estar
atento a lo que querían decir los que la escribieron y a lo que Dios quiso manifestarnos
mediante sus palabras, es decir, lo que quiso decir el Espíritu Santo. Si la
interpretación es falsa, ¿para que nos sirve la Palabra de Dios?... Para nada. El
demonio es experto en manipularla.
La Epístola a los Hebreos dice: “La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante
que una espada de doble filo: penetra hasta la división del alma y del espíritu (...) y
descubre los sentimientos y pensamientos del coraz￳n” (4,12). ¿De qué palabra de
Dios habla este texto? de Sagrada Escritura, pero puede referirse también a
Jesucristo, Palabra de Dios.
San Juan Cris￳stomo escribe: “Ni las grandezas de la gloria humana, ni la majestad
del poder, ni la presencia y favor de los amigos, ni otra cosa alguna de las humanas,
puede consolar al alma que se encuentra consumida por la tristeza, como la Sagrada
Escritura” (…) “La lecci￳n de las Sagradas Escrituras es una conversaci￳n con Dios, y
cuando al que está consumido por la tristeza es Dios quien le habla, quien lo consuela
¿qué habrá entre las cosas creadas que pueda entristecerlo?...”. ( Homilías I, Ed.
Tradici￳n, México 1976, n. XIII). Y continúa: “La lectura de las Escrituras es un prado
espiritual y un paraíso de deleites” (Homilía 3ª de los Hechos).
“Ambos testamentos s￳lo difieren en el nombre, pero no se contradicen ni están en
pugna. El Antiguo resulta Antiguo a causa del Nuevo (…). La educaci￳n dada por el
Antiguo Testamento es a la manera de la leche; la que se da en el Nuevo es como
alimento sólido; pero nadie usa del alimento sólido antes de haberse alimentado con
leche” (San Juan Cris￳stomo, Homilías I, Ed. Tradición, México 1976, p. 216s).
En la memoria litúrgica de San Jerónimo se recoge un texto del profeta Jeremías,
en la primera lectura: “Encontré tus palabras y me alimenté con ellas; tu palabra fue
la alegría y la gloria de mi corazón, porque yo llevaba conmigo tu nombre, ¡oh Señor
Dios de los ejércitos!” (Jr 15,16). Este texto nos invita a tener el mismo afecto y
veneración a la Sagrada Escritura que San Jerónimo, Doctor Biblicus.
Es preciso leer los signos de los tiempos y los problemas del mundo de hoy, a la luz
del evangelio. Hay que ver: ¿hacia dónde van los tiempos históricos actuales? Van
hacia la unidad de los cristianos, hacia el ecumenismo. Si la gente no se forma bien
en el conocimiento de la Sagrada Escritura, se la van a machacar los hermanos
separados.
Resulta oportuno leer la Exhortación Apostólica Verbum Domini de Benedicto XVI,
sobre todo la primera parte, para saber cómo hacer más presente la Palabra de Dios
en la vida del pueblo de Dios, ya que la Biblia ha de ser el libro de cabecera del
cristiano. Su mensaje no se agota nunca. No se trata de leer mucho cada día, sino
de leer con profundidad, sin prisas, en presencia de Dios, pidiendo ayuda al Espíritu
Santo para comprender lo que quiere decirnos ese día con las palabras que nos toca
leer. De esta lectura meditada saldrán propósitos de mejora en el trabajo, en el
trato con los demás, puntos para meditar.
El Catecismo de la Iglesia Católica cita una frase de Gregorio el Grande que dice: “La
palabra de la Escritura crece con el lector; sólo entonces la palabra muestra su
grandeza y crece en el seno de la historia”.
Lo que dice Scott Hahn
Scott Hahn, teólogo norteamericano, cuenta que un amigo protestante le decía:
¾“Los cat￳licos adoran a María”.
Él contestó:
¾“No la adoran, la veneran”.
Respondió el amigo:
¾Eso no tiene base bíblica.
¾Entonces, ¿por qué se lee en el Evangelio “por eso desde ahora me llamarán
bienaventurada todas las generaciones” (Lucas 1, 48).
Cuenta también Scott Hahn: Lo que descubrí fue que la Nueva Alianza estableció una
nueva familia que abarcaba toda la humanidad, con la que Cristo compartió su propia
filiación divina, haciéndonos hijos de Dio s [2] (...). Tracé una línea cronológica que
mostraba cómo cada alianza que Dios hacía era su forma de actuar para engendrar
su familia a lo largo de las épocas. Su alianza con Adán tomó forma de matrimonio;
la alianza con Noé fue en una familia; con Abrahám la alianza tomó forma en una
tribu; con Moisés la alianza las doce tribus en una nación familiar; la alianza con
David estableció a Israel como una familia nacional de reyes; mientras que Cristo
hizo de la Nueva Alianza la familia de Dios a nivel mundial, su familia “católica” (del
griego katholiko s), para incluir a todas las naciones, tanto judíos como gentiles [3] .
Lutero decía: lo que salva es tener fe, no las obras. Para combatir una de las
columnas del protestantismo en contra de la Iglesia Católica, la sola fide , Scott Hahn
cita: En Santiago 2,24, la Biblia ense￱a que “el hombre es justificado por las obras y
no por la fe sola”. Además, San Pablo dijo en I Corintios 13,2 “si tengo una fe capaz
de mover monta￱as, pero no tengo amor, nada soy”. Y descubre que la Sola fide no
era una doctrina de la Escritura. ¿Y qué decir de 2 Tesalonicenses 2,15? San Pablo
dice: “manténganse firmes y fieles a las tradiciones que les fueron enseñadas por
nosotros, ya sea de viva voz o por carta”.
La Virgen María nos puede alcanzar la gracia de aprender a meditar y a difundir la
Palabra de Dios, cumpliéndola en nuestra vida. Para eso, hay que cuidar la lectura
cotidiana del Nuevo Testamento y la atención a la Liturgia de la Palabra durante la
Santa Misa.
Bibliografía : Biblia anotada en 5 volúmenes, edición de la Universidad de Navarra;
CEC nn.101-133; Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Verbum Domini.
[1] San Jerónimo, Com in Is. pról: PL 24, 17. Cf. Benedicto XV, enc. Spiritus
Paraclitus : EB 475-480.
[2] Scott y Kimberly Hahn, El regreso a Roma, el regreso a casa, Ignatius, San
Francisco, p. 31.
[3] S Hahn, Roma, dulce Hogar , p. 48.