BIENVENIDO
Luego de una semana de espera y gracias a los católicos alemanes los
superiores te entregaron.
Si el anterior era “el rojito” tú serás “el pardo”
No sé definir debidamente tu color y, por ello, te llamaré así.
Claro que debido a tu ser nuevo despiertas un poco de atención y alguna
ponderación.
Llegas como un instrumento de trabajo.
Vienes para cumplir muy diversas tareas.
No sé si podrás enorgullecerte por alguna de ellas pero es a lo que vienes.
Si en algún momento se te ocurrió lucirte desde tu novedad te puedo
asegurar que has llegado al lugar equivocado.
Deberás salir a buscar la gente para la mesa compartida.
Deberás ir a levantar los tachos con los que, luego, deberás llevar la comida
a algunas casas.
En estos pocos días que estás conmigo ya has dado unas cuantas vueltas.
Haciendo compras, visitando algunas personas enfermas y llevando algunas
comuniones.
Te queda salir a algunos lugares para que pueda rezar misa donde
corresponde cada fin de semana.
Poco a poco te deberás ir acostumbrando a mí como debo acostumbrarme a
vos.
Debía, en la marcha atrás, acelerar para no quedarme y ello fue lo que hice
con vos y todos tus sonidos me hicieron saber que no era necesario.
Deberás tenerme paciencia.
Todas las mañanas deberás salir rumbo al colegio para que pueda comenzar
la jornada con una oración junto a los salesianos de la comunidad.
Habrá días en que, como alguna de estas noches, concluirás tu jornada ya
bien entrada la noche.
Deberás estar pronto para, en cualquier momento, salir por la más variada
razón.
Deberás irte acostumbrando a mis compañeros de viaje.
Ellos serán tus pasajeros.
Con tu ventanilla abierta irán saludando o profiriendo gritos para despertar
la atención de alguien.
Quizás algún día veas a uno de ellos llegar hasta vos en horas de la noche
con el único fin de acostarse a dormir en tus asientos traseros.
No pretendas encontrar alguna razón para ello sino que simplemente lo
hará.
Sé que he buscado en vos cosas que encontraba en “el rojito” y me has
hecho saber que eres más moderno y distinto modelo.
No es que te compare ya que sé que no existen puntos de comparación
pero……
Ha sido mucha historia en el anterior y tú recién comienzas a construir tu
historia.
Debo aprender a conocerte.
Mientras me voy acercando a vos desde lo más elemental.
Espero me seas tan útil como me resultó “el rojito” con sus muchos
kilómetros y sus últimas y reiteradas visitas al mecánico.
Aún no te siento como formando parte de mi actividad.
Deberás darme tiempo para que ello así sea.
Mientras tanto deberemos acostumbrarnos el uno al otro.
Si me preguntaras que espero de vos te diría, simplemente, que seas útil.
Si tú eres útil yo podré serlo también.
No porque dependa de vos sino porque me ayudarás a poder cumplir con lo
que debo realizar que es una manera de ser útil.
Bienvenido, “Pardo”, y ojala podamos compartir muchas instancias de vida.
Padre Martín Ponce de León S.D.B