No discutas con un necio
P. Fernando Pascual
7-9-2015
No discutas con un necio. Perderás el tiempo. No discutas con un soberbio. Perderás la calma.
No discutas con un manipulador. Acabará por destrozarte. No discutas con un hipócrita. No
sabrás nunca lo que realmente piensa.
Es cierto que a veces uno cree que con argumentos será posible convencer al otro. Pero cuando
el otro se cierra en su punto de vista, cuando no quiere escuchar, o cuando todo lo tuerce para
conseguir las metas que él ya tenía previstas, la discusión pierde su sentido.
Por eso, antes de lanzarse a discutir, hay que preguntar: ¿valdrá la pena? ¿Es posible establecer
puentes de comunicación? ¿Existen señales de apertura y aptitudes para la escucha? Según las
respuestas será posible acometer un nuevo intento, o habrá que reconocer que es mejor retirarnos
para emplear el tiempo en causas más productivas.
Vale aquí el famoso consejo que san Pablo dirige a Timoteo: “conjura en presencia de Dios que
se eviten las discusiones de palabras, que no sirven para nada, si no es para perdición de los que
las oyen” ( 2Tm 2,14). O lo que ya antes encontramos en el libro de los Proverbios: “El odio
provoca discusiones, el amor cubre todas las faltas” ( Pr 10,12-13).
La vida es breve. El tiempo escaso. Al dejar discusiones con quienes están cerrados a la verdad,
liberaremos minutos preciosos y los podremos invertir con provecho en el diálogo con quienes
tienen mentes y corazones disponibles a la escucha y deseosos de la verdad y la concordia.