Tesoros humildes de saber
P. Fernando Pascual
28-8-2015
Hay diamantes garantizados por expertos. Hay científicos reconocidos por el mundo académico. Hay
escritores premiados a nivel internacional por la calidad de sus obras literarias.
Pero también hay tesoros humildes que, sin reconocimientos ni aplausos ni sellos de garantía, llenan de
alegría a quienes los descubren.
Esos tesoros, en el mundo de las piedras, pueden quedar expuestos en la repisa de un hogar sencillo,
sin cámaras ni reconocimientos.
Esos tesoros, en el mundo del pensamiento, pueden plasmarse a mano, con un viejo bolígrafo, o quedar
escritos en un blog personal con pocos seguidores que siguen con entusiasmo a quien, sin títulos
académicos ni garantías científicas, ofrece reflexiones sensatas y valiosas.
El mundo moderno es amigo de revisiones, de filtros, de titulaciones, de círculos restringidos donde
sólo brillan los aceptados según parámetros muy exigentes, no siempre correctos, a veces mal
aplicados.
Pero en ese mundo hay, como hubo y como (esperamos) habrá, hombres y mujeres que piensan con
una perspicacia única, con una mente abierta, con la libertad de quien no se somete a las políticas del
“peer review” (revisión por pares) o de los controladores de la opinión mundial.
Muchos de esos pensadores viven y mueren como tesoros humildes, casi aplastados por quienes sí son
aplaudidos y aupados por instituciones y grupos de poder que luchan frenéticamente por dominarlo
todo en el mundo de las ideas.
No importa la aparente “nulidad” de esos pensadores atípicos. Para quien piensa seriamente solo vale
la pena acercarse un poco a la verdad. Y la mejor recompensa será contar con el aprecio de amigos que
no se limitan a aceptar las ideas dominantes, sino que escuchan con atención y un sano espíritu crítico a
quienes ofrecen tesoros humildes de saber.