Sí, no, y un poco de cariño
P. Fernando Pascual
28-8-2015
Son preguntas normales en familia: “¿Has visto si mañana atiende el pediatra? ¿Sabes si el coche tiene
gasolina? ¿Quedan tomates en la nevera? ¿Va a venir tu madre a comer este domingo?”
Otras preguntas son más complejas, sea por lo que tratan, sean por el tipo de respuesta que requieren.
Pero en muchas ocasiones basta con responder “sí” o “no” y todo queda bastante claro.
Basta, efectivamente, o en parte no basta. Porque un “sí” o un “no” adquieren matices diferentes según
la tonalidad de la voz o según pequeños añadidos que dan un nuevo color a la respuesta.
Es importante, en familia, aprovechar las ocasiones para consolidar puentes con una buena dosis de
cariño. “Sí, cariño”. “No, papá”. “Ahora controlo, mamá”. “Ahora no sé, luego te digo”. Se trata de
pequeños añadidos, pero que dicen mucho.
Esos añadidos surgen en ocasiones desde el respeto a normas básicas de educación, pero suelen ir más
allá. Las palabras reflejan lo que hay dentro de la propia alma. Una respuesta seca puede dar a entender
un interés escaso por el tema o por la persona que nos habla. Una respuesta paciente y atenta surge
espontánea si hay verdadero cariño hacia el otro.
Sí, vivimos en un mundo de prisas, donde se acumulan cientos de cosas que nos gustaría llevar a cabo.
En ese mundo, sin embargo, tienen un valor especial esas palabras, breves pero significativas, con las
que acogemos y damos a entender al otro que nos importa, que es parte de nuestra vida, que estaríamos
dispuestos a sacrificarnos por él cuando nos lanza tantas preguntas y peticiones buenas y sencillas en la
convivencia de cada día.