La historia, ¿qué habría ocurrido si...?
P. Fernando Pascual
13-8-2015
Diversos historiadores no se limitan a narrar los hechos, sino a hipotizar: ¿qué habría ocurrido si las
decisiones y sus desenlaces hubieran sido diferentes?
Una mirada al mundo antiguo: ¿qué habría pasado si Alejandro Magno hubiera muerto de niño? ¿O si
Aníbal hubiera lanzado un ataque directo contra la ciudad de Roma cuando atravesaba el centro de
Italia? ¿O si Julio César no hubiera atravesado el Rubicón?
La mirada se dirige a los siglos sucesivos: ¿cuál habría sido la trayectoria de la historia si Colón
hubiera encontrado más apoyos en la corte de Portugal para su proyecto de viaje hacia Occidente? ¿O
cómo sería el mundo si hubiera sobrevivido un hijo varón del matrimonio entre Enrique VIII y
Catalina de Aragón? ¿O si Lutero hubiera abandonado su vocación religiosa antes de ser ordenado
sacerdote?
Más cerca de nosotros, ¿qué sería del mundo si Napoleón hubiese enfermado de muerte en Egipto? ¿O
si no hubiera estallado la guerra franco-prusiana de 1870? ¿O si en 1914 hubiera fracasado el atentado
en Sarajevo? ¿O si Hitler hubiese renunciado a lanzar la invasión a Rusia en 1941?
Un historiador trabaja desde los datos que han llegado a sus manos. Datos duros, datos inmodificables,
datos extraños. ¿Por qué se tomó aquella decisión tan absurda en aquel día antes de una batalla de
importancia no sospechada?
Pero precisamente en el esfuerzo por comprender la marcha de los hechos, la pregunta por lo que
habría pasado con una variación pequeña antes de la batalla de Waterloo, o con una buena información
sobre los movimientos de grupos terroristas en 2001, refleja el deseo de comprender la misteriosa
lógica que se esconde en los acontecimientos humanos.
¿Qué habría ocurrido si...? No sabemos, porque con ese pequeño cambio habría iniciado otra sucesión
de hechos y de opciones que de nuevo mostrarían las continuas extrañezas que caracterizan la historia
humana.
Esa historia también hoy avanza, entre decisiones prudentes, golpes de suerte y descuidos lamentables.
En ella, cada uno de nosotros, a veces de maneras insospechadas, somos actores capaces de iniciar
nuevos procesos que, esperamos, abran el horizonte humano a la bondad de Dios y a la justicia entre
los hombres.