Reconstruir el matrimonio y la familia
Martha Morales
¿Cómo proponer la cuestión cristiana del matrimonio en una cultura que ha
demolido el matrimonio natural? El modo de entender el matrimonio en una
cultura se expresa en las leyes del ordenamiento jurídico del Estado o en las
Declaraciones de los organismos internacionales, por eso es importante salir a
la defensa de las leyes.
La institución matrimonial es vista, hoy día, como si no tuviera ningún
fundamento natural, sino que se ve como una mera convención social. El
edificio del matrimonio no ha sido destruido, ha sido de-construido,
desmontado pieza por pieza, afirma Carlo Caffarra, experto en el tema. Al final
tenemos todas las piezas pero ya no hay edificio. Es decir, tenemos todas las
categorías que constituyen el matrimonio: conyugalidad, paternidad-
maternidad, filiación-fraternidad; pero ya no tienen un significado unívoco.
¿Por qué y cómo pudo suceder esta deconstrucción? Se ha dado una
desbiologización del matrimonio y su reducción a una mera emoción privada,
sin relieve público fundamental. Esto se ha debido al modo de concebir la
relación de la persona con su propio cuerpo. Espero me sea permitido describir
lo sucedido a través de una metáfora. Hay alimentos que puede ser
metabolizados sin crear problemas ni inmediatos ni remotos; no causan
indigestión ni aumento de colesterol. Otros alimentos son difíciles de digerir;
otros alimentos son dañosos al organismo, aunque a largo término.
El pensamiento cristiano ha “ingerido” la visión platónica y neoplatónica del
hombre lo que ha creado graves problemas de “metabolismo”. El vino de la fe
corría el riesgo de convertirse en agua de Platón. Separar el cuerpo de la
persona lleva a reducir el cuerpo a puro objeto. El dato biológico se expulsa
progresivamente de la definición de matrimonio y la subjetividad se reduce a
pura emotividad.
Antes el dato biológico estaba integrado a la totalidad de la persona. El cuerpo
era visto como cuerpo-persona, y la persona como persona-cuerpo. Yo no
tengo un cuerpo, y soy cuerpo, y alma; no lo tengo en uso, como uso un
automóbil. Ahora la conyugalidad puede ser hetero u homosexual; los hijos se
pueden obtener por procedimientos técnicos. Estamos asistiendo a un cambio
del genoma de la familia y del matrimonio
Podemos individual los problemas fundamentales de esta propuesta. Algunas
personas tienen la incapacidad de percibir la verdad, y por tanto la preciosidad
de la sexualidad humana. ¿Por qué hemos ignorado el magisterio de Juan
Pablo II sobre la sexualidad y el amor humano?
Hay que preguntarnos hasta que punto somos conscientes de que la ideología
de género es un verdadero tsunami, que no mira el comportamiento humano,
sino la destrucción de la familia y del matrimonio.
Hay una cuestión antropológica más grave aún: el colapso de la razón en su
tensión hacia la verdad, de la que habla la Fides et Ratio (nn. 81-83), ya que
ha arrastrado la voluntad y la libertad de la persona. El empobrecimiento de la
razón ha generado el empobrecimiento de la libertad. Si desconfiamos de
nuestra capacidad de conocer una verdad total y definitiva, tendremos
dificultad para creer que la persona pueda donarse total y definitivamente, y
recibir la auto donación total y definitiva de otro. De allí nace la inconsistencia
de algunas personas.
La autoridad civil quiere calificar como matrimonio cualquier comunidad de
otro tipo. Es la “tiranía de la artificialidad” de la ley actual de equiparación, que
se arroga la autoridad de hacer artificialmente posible lo que naturalmente no
lo es. El matrimonio es el único sacramento que coincide con una realidad
creada: Es el mismo matrimonio natural transfigurado en el sacramento. El
desafío que vive hoy el matrimonio es completamente inédito.
La relación entre Cristo y su Iglesia, como la relación entre esposo y esposa,
es de naturaleza sacramental o mistérica. El matrimonio hace a los cónyuges
signos de unión de Cristo con su Iglesia. Al desposarse es Cristo quien los
vincula. Es un misterio y es un don de Dios, afirma Caffarra.
Leda Gallí dice: “El cuerpo, si solo lo miras, es mudo; pero si lo miras y lo
interrogas, es elocuente”. ¿Qué nos queda? Reconstruir el matrimonio. El
testimonio de los esposos expresa cómo la caridad conyugal es capaz de
acoger y es capaz de una espléndida gratuidad.