I NVOCACIÓN AL APÓSTOL S ANTIAGO DE LOS A MIGOS DE B UENAFUENTE
22 de julio, 2015, fiesta de Santa María Magdalena
Señor Santiago: Un año más los “Amigos de Monasterio de Buenafuente del
Sistal”, de la Provincia de Guadalajara, abadía asentada en el Alto Tajo desde el siglo
XII, llegamos hasta tu casa, después de peregrinar por el Camino del Norte, y de
recorrer cerca de cien kilómetros por las tierras asturianas, las que iniciaron la ofrenda
del incienso, recién redescubierto tu sepulcro.
Tres motivos nos mueven este año a invocarte: el estremecimiento por tantos
cristianos que son martirizados, como tú lo fuiste; la necesidad de numerosos peregrinos
que acudimos desde lugares muy diversos hasta tu casa, para implorar la misericordia y
el perdón, que tan reiteradamente nos ofrece el papa Francisco, de manera especial el
próximo año; y la acción de gracias, por ser testigos de la belleza de la casa común que
nos ha dejado el Creador a todos los humanos.
Tú fuiste el primer apóstol mártir, y gozaste de la amistad más íntima con el
Maestro. Hoy deseamos recordar ante ti a los que dan testimonio con su sangre de la fe
en Cristo. También, este día se celebra a santa María Magdalena, mujer que gozó de la
mirada misericordiosa de Jesús, y por este motivo te pedimos por quienes en los
monasterios se dedican a la contemplación, los monjes y las monjas son la martyría
blanca, porque de manera silenciosa ofrecen sus vidas por todos. Protege, apóstol
Santiago, amigo de Jesús, a los perseguidos por su fe, y a los que por amor permanecen
como ofrenda en los claustros, de manera especial a nuestras hermanas cistercienses de
Buenafuente.
Hoy, con tus ojos grandes, ves ante ti a esta multitud de peregrinos, que de
diversas maneras y desde distintos lugares del mundo, hemos hecho caminos de
reconciliación, llevando sobre nuestros hombros intenciones propias y de quienes nos
han pedido que los recordemos este día. Tú conoces el corazón, y sabes el dolor que se
instala por dentro cuando se sufre soledad, como la que contemplaste en el rostro de
Jesús en Getsemaní. Intercede ante quien sintió angustia y tristeza, por tantos que hoy
caminan heridos por la vida; haz que en todos aparezca la luz de tu estrella, que se
orienten nuestros pasos hacia la meta del cielo. Acoge las plegarias de todos los que hoy
estamos aquí, y preséntalas ante el Salvador. Protege a las familias, tú, el hijo del
Zebedeo, que gozaste de la cercanía de tu madre, quien pidió para ti la cercanía del
Señor.
Señor Santiago, seríamos muy parciales si solo te presentáramos nuestras
dolencias y necesidades. Ante ti, queremos agradecer al Creador del universo la belleza
de la casa común que nos ha dejado, en expresión del papa Francisco. Somos testigos de
la riqueza natural que remece los campos; como canta el salmista, “rezuman los pastos
del páramo y las colinas se orlan de alegría, las paraderas se cubren de rebaños, y los
valles se visten de mieses que aclaman y cantan. La acequia de Dios riega los prados y
los caminos se pueblan de peregrinos que avanza hacia tu casa, colmados de esperanza.
Bendice a esta Iglesia apostólica que lleva tu nombre, siempre hospitalaria, a su
obispo Julián y a su auxiliar Jesús, que nos distinguen con su amistad. Bendice a nuestro
obispo Atilano, y a la diócesis de Sigüenza-Guadalajara. Bendice a todos los que hoy
querrían poderte invocar, a todos los peregrinos que se dirigen hacia este lugar. Amén.