VEN, JESÚS
Ven, Jesús, sentémonos frente al fuego y compartamos unos mates.
Mientras tanto, entre mate y mate déjame contarte algo de mi día.
Has visto, se pone el sol y avanza el frío.
Durante el día el sol está verdaderamente hermoso.
Te hablo del sol y me viene a la mente el preguntarte por la lluvia.
Hace mucho que no tenemos, aquí, una lluvia copiosa y necesaria.
De verdad, se está necesitando y mucho.
Aquí rezamos por la lluvia necesaria en los lugares necesarios
Dicen que por otras partes ha llovido pero aquí hace mucho que no tenemos una
lluvia abundante.
No sé si sabes que aquí, cuando la lluvia llega con un determinado viento entra por
debajo de la puerta del templo.
Se forma un lindo charco.
Es, por eso, que cuando está como para llover pongo un nylon debajo de la puerta
y así evito que el agua entre y me evito tener que levantarme en la noche o que se
ponga a llover cuando estoy lejos de la parroquia.
He llegado a la conclusión de que el nylon hace que se detenga la lluvia (sé que es
una bobada mía pero así sucede casi siempre).
Por ello es que hace tiempo que no lo coloco pero, así y todo, las tormentas siguen
de largo y no llueve.
Perdón, Jesús, te empecé hablando del frío y te terminé hablando de la lluvia.
Hoy volvieron los niños de la catequesis.
Hay, entre ellos, para todos los gustos.
Hay algunos que son terribles y otros que son pura bondad.
Faltaron algunos ¿seguirán de vacaciones?
Poco a poco te van conociendo. ¿Llegarán a vivir como tus amigos?
Me encanta ver como las catequistas le brindan grandes dosis de ternura y afecto.
Las admiro por lo que hacen con tanto cariño.
Hoy me vinieron a buscar para realizar una oración por el padre de una persona
que aprecio y ha fallecido.
Lamenté tener que ir tan de prisa pero no podía hacer otra cosa.
Debía estar celebrando la eucaristía y no podía hacer esperar a la gente.
Por suerte pude llegar en hora.
Pensaba llegar al sepelio pero me fue imposible. Ni con un avión llegaba.
No te pregunté si te agradó el guiso de arroz de hoy.
Estaba bueno ¿verdad?
Me encanta la mesa cuando se llena de voces y de risas.
Me gusta compartir con ellos porque se ha logrado un clima por demás grato.
Sí, tienes razón. Debo ir a visitar a esa gente.
Este año no he ido. Lo que hacen no es changa.
Tengo entendido que este año tienen como noventa comensales.
No comen allí pero igual no es changa.
Allí, también, me siento muy a gusto.
¿Por qué será que me gusta tanto ese tipo de actividad?
¿Tú no estarías involucrado en algo así? Estoy seguro de que sí.
Eres flor de vivo (con todo respeto) te involucras en los que comen o en los que
llevan la comida como en cada uno de quienes hacen posible esa tarea.
¡Y yo te pregunto si te involucrarías!
Tengo que retirarme. Debo abrir el templo para la misa de casa.Están buenos los
mates, los seguimos en la puerta mientras esperamos que la gente vaya llegando.
Es grato tener estos ratitos a solas con vos.
Padre Martín Ponce de León SDB