ALGO MÁS QUE PALABRAS
UNA ACTITUD DE CERCANÍA ES LO QUE NOS FALTA A TODOS
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Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
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Tenemos que advertirnos cercanos de corazón. Realmente hemos acortado las distancias, pero no
hemos aminorado aquello que nos separa como especie. A mi juicio, hasta ahora cultivamos más una
actitud excluyente que un talante inclusivo. Lo cierto es que para todo necesitamos sentirnos piña; tan
próximos como tiernos, tan del camino como caminantes, tan de la multitud como de uno mismo en
definitiva. Esto se injerta exclusivamente desde el amor, que se manifiesta más en obras que en palabras,
más en dar que en recibir, más en donarse que en separarse. Por desgracia, ¡cuántos análogos nuestros
viven con gran sufrimiento nuestro rechazo!. Hemos perdido la ternura y, lo que es peor, la capacidad de
comprender para poder aproximarnos unos a otros, en cambio hemos ganado riadas de hechos violentos.
Téngase en cuenta que para una persona no violenta, como decía Gandhi, todo el mundo es su familia. En
consecuencia, pido el destierro de toda violencia antes de que todo el mundo acabe violentado por la
necedad. Cuidado, que esto también se contagia.
Por eso, está muy bien que ahora se proponga garantizar una educación equitativa y de calidad
por un lado, y promover el crecimiento económico y el trabajo decente por el otro, para todos, pero hace
falta además, que la marginalidad se destierre de los ojos del alma de toda la ciudadanía. En este sentido,
es necesario contraponerse a los intereses económicos egoístas de unos privilegiados y a la lógica del
poder de unos pocos, que excluyen a la mayoría de la población mundial. Precisamente, Naciones Unidas,
acaba de estimar que cerca de setenta y cinco millones de jóvenes están desempleados a nivel mundial, la
mayoría de los cuales viven en países en desarrollo, sin realizar labor alguna, como si ya fueran productos
de abandono y desecho. ¡Qué poco valemos los seres humanos para algunos!. La Organización Mundial
del Trabajo añade, asimismo, que si bien ciento veinticinco millones de jóvenes, es decir, uno de cada
cinco que están trabajando, viven con menos de un dólar al día. En vista de este problema, la humanidad a
través de sus organismos internacionales, tiene que invertir mucho más en actitudes solidarias, para que
podamos construir un futuro más de todos y menos de nadie. O sea, más justo en suma, sin tantas
desigualdades.
Ahora bien, justicia sin compasión también es un signo de crueldad que nos aleja. Cuántos
lideres hoy en día hablan muy bien, pero no se les entiende, porque se encuentran alejados del pueblo, les
falta sufrir con ese pueblo, al que dicen defender y representar, las contrariedades del camino; y les sobra,
sin embargo, dialéctica. Es esa cercanía auténtica, la que se siente y se sufre desde dentro, la que siembra
de coraje y esperanza a la ciudadanía en su conjunto. No hay mejor actitud de vecindad que ver a los seres
humanos de servicio continuo, sin otra reserva que no poder estar en dos sitios a la vez. Esta ha de ser una
actitud humana por naturaleza, y como tal hemos de cultivarla a jornada completa, lo que va a significar
comprender y valorar las riquezas de nuestro semejante. A propósito, nunca me cansaré de repetir: El
aislamiento jamás, la exclusión nunca; la cercanía siempre, la inclusión en todo momento. Esta es la
receta de una cultura de proximidad que el planeta necesita, con urgencia, y como el aire que respiramos.
Indudablemente, el mundo tiene que sentirse cercano en sí mismo, con una ciudadanía diversa,
pero unida. Sólo mediante el diálogo y el compromiso ciudadano, se puede mejorar la convivencia y
atesorar anhelos, sin tantas fragmentaciones absurdas. Esta desilusión que, tantas veces nos circunda, nos
lleva también a una especie de huida, cuando lo que hay que impulsar son caminos de unidad. No hay
futuro para ninguna sociedad, para nuestro mundo, si no sabemos convivir (cohabitar) colindantes, para
despojarnos de tensiones y avivar, de este modo, otro clima más armónico. Convendría, pues, que todos
volviéramos más los ojos a nuestro interior, y viéramos cuántas veces nosotros hemos dejado privados de
la cercanía de un abrazo o de una mesa compartida, a alguien de los nuestros. Desde luego, esa
indiferencia hacia nuestra misma especie es la peor de las actitudes que el ser humano puede llevar
consigo. Auxilia siempre a los demás, incluyo antes que a ti mismo, podría ser un buen propósito para
empezar, sobre todo para tomar una actitud más próxima al ser y a sus colectividades, de la que todos
formamos parte y somos parte.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
15 de julio de 2015