Por amor a Cristo y a su Iglesia
P. Fernando Pascual
11-7-2015
Millones de hombres y mujeres en el pasado y en nuestros días lo arriesgaron y lo arriesgan todo por
amor a Cristo y a su Iglesia.
Acogieron el don de la fe. Optaron por la mejor parte. Renunciaron a muchas seguridades humanas
para seguir al Maestro que tiene palabras de vida eterna.
La historia de esos gigantes de la fe católica testimonia que Dios está vivo y que camina a nuestro lado.
Sin la ayuda divina habrían sucumbido. Pero con Él, fueron capaces de superar pruebas y
persecuciones.
Necesitamos recordar la entrega y la fidelidad de esos hermanos valientes cuando lleguen a nosotros
las diferentes dificultades de la vida. “Acordaos de vuestros dirigentes, que os anunciaron la Palabra de
Dios y, considerando el final de su vida, imitad su fe. Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo, y lo será
siempre” ( Hb 13,7-8).
Desde su testimonio resistiremos los embates del materialismo, del hedonismo, del relativismo, de las
falsas doctrinas, de la envidia. Tendremos la humildad necesaria para recibir la fuerza de lo alto y para
testimoniar nuestra fe con la vida y con las palabras.
También es para nosotros la invitación de san Pablo: “Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a
destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá un tiempo en que
los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por su propias pasiones, se harán con
un montón de maestros por el prurito de oír novedades” ( 2Tm 4,2-3).
La historia humana es apasionante, la meta del cielo ilumina y da sentido a cualquier esfuerzo. Hoy,
como siempre, es un tiempo para el amor heroico, que arranca desde la mirada a Cristo y desde la fe en
su Iglesia. “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos
que tú eres el Santo de Dios” (cf. Jn 6,68-69).