Comentario a la Encíclica “Laudato si” del Papa Francisco
Ángel Gutiérrez Sanz ( Catedrático de Filosofía)
El Papa Francisco a través de la encíclica ecol￳gica “Laudato si” se dirige a
todos los hombres de buena voluntad sin distinción de raza, ideología o de
religión, para concienciarnos a todos de la necesidad de cuidar la casa
común. En ella se pone bien de manifiesto el deplorable deterioro
ambiental a que hemos llegado, en aras de un progreso y desarrollo técnico
mal entendido. Nuestra cultura de descarte nos ha llevado a poner en riesgo
las reservas naturales y a convertir nuestro planeta en un inmenso vertedero
que ha acabado por intoxicar las aguas y polucionar una atmósfera que a
veces resulta irrespirable, agravado por el incremento de sustancias tóxicas
provenientes del tráfico o de la industria, que están alterando el ritmo
climático . A esto habría que añadir la salvaje depredación de las reservas
naturales escondidas en las entrañas de la tierra, o en el fondo de los
océanos
Motivos hay más que suficientes para que el Papa Francisco haya lanzado
la voz de alarma, con la intención de despertar las conciencias de quienes
ostentan la fuerza política o el poder económico, ya que ni unos ni otros
acaban de reaccionar ante el peligro que semejante deterioro ecológico
puede suponer para nuestro planeta . El aldabonazo lanzado por el Papa
llega en el momento oportuno, cuando la “Cumbre del Clima”, que se va
celebrar en Paris dentro de unos meses, se dispone a tomar un nuevo
acuerdo mundial, llamado a sustituir al “Protocolo de Kioto”.
En esta hermosa encíclica se nos expone de forma pormenorizada, no
solamente los síntomas de un deterioro ecológico preocupante, sino
también el origen y la raíz de las mismos, en los que sin duda tanto tienen
que ver “ las fuerzas ciegas del inconsciente, las necesidades inmediatas, el
egoísmo o la violencia”. Ya se sabe que el ser humano cuando queda
sometido a su propio poder actúa de forma incontrolada, convirtiéndose en
víctima del paradigma tecnocrático capaz de arrasarlo todo. Cuando nos
abandonamos al relativismo y no existe norma alguna reguladora de la
libertad, lo que impera son los supuestos utilitaristas . En definitiva, en
nuestra tierra sucede lo que sucede, porque el crecimiento tecnológico no
ha ido acompañado del crecimiento humano correspondiente .
Una vez rotos los lazos que debieran mantener unido al ser humano con la
creación sólo cabe esperar lo peor. Francisco ha entendido muy bien que no
puede haber ecología sin una base antropológica que garantice el respeto a
la naturaleza. Así lo entendió también Pablo VI, cuando decía que «los
progresos científicos más extraordinarios, las proezas técnicas más
sorprendentes, el crecimiento económico más prodigioso, si no van
acompañados por un auténtico progreso social y moral, se vuelven en
definitiva contra el hombre ». ( Discurso a la FAO en su 25 aniversario (16
noviembre 1970).
Se está necesitando, y así lo ha entendido Francisco, una visión integradora
capaz de situar la problemática ambiental dentro del contexto humano,
histórico y social y para ello va a hacer falta la cooperación de todos los
países; será preciso dialogar y llegar a acuerdos que luego sean cumplidos
por todas las partes. Va a ser necesario una política de entendimiento, que
permita al mismo tiempo algo tan difícil como la reducción de la
contaminación de los países ricos por una parte y el desarrollo de los
países pobres por otra. Dialogo debe haber así mismo entre las diferentes
campos científicos, dialogo entre los diversos grupos ecol￳gicos. “La
gravedad de la crisis ecológica nos exige a todos pensar en el bien común y
avanzar en un camino de diálogo que requiere paciencia, ascesis y
generosidad”
Muchos cambios de hábitos y comportamientos cotidianos deben
producirse también en la sociedades opulentas, hasta llegar a un consumo
más racionalizado, a un comportamiento más respetuoso con la naturaleza,
a un mejor aprovechamiento de los recursos y a la puesta a punto de una
economía de residuos y reciclaje, que haga innecesarias las agresiones
ambientales para la extracción de materias primas.
El papa Francisco en esta Encíclica Ecológica sabe muy bien de lo que
está hablando, mostrándose conocedor de toda la compleja problemática
ambiental. Los análisis que hace sobre los síntomas de autodestrucción del
planeta azul, las causas que lo originan y los posibles remedios, son tan
certeros que según pienso , no puede por menos que dejar satisfecho al
ecologista más exigente. Ahora bien, nos equivocaríamos si pensáramos
que aquí acaba todo. En “Laudato si” aparte del clamor de la tierra se
percibe el clamor de los pobres, si es que ambos gritos no son una misma
cosa . Francisco nos dice que no podemos dejar de reconocer que un
verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, nos
advierte también que la degradación ambiental y la degradación humana y
ética están en mutua dependencia.
Después de haber leído este documento te queda la sensación de que la
degradación ecológica y moral se dan la mano. Las agresiones ambientales
quienes acaban sufriéndolas son las gentes y los países más pobres; al final
« el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre”. La
última conclusión a la que nos lleva este tipo de consideraciones sería ésta:
Siendo creados por el mismo Padre, todos los seres del universo estamos
unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia
universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado,
cari￱oso y humilde”. La tierra no es para que unos cuantos la exploten en
detrimento de los demás, porque es un bien que a todos pertenece. Sin
negar el legítimo derecho a la propiedad privada, es preciso afirmar con
toda contundencia el destino común y universal de los bienes planetarios,
de tal modo que la tierra ha de ser vista como una herencia común otorgada
por Dios a todo el género humano, sin excluir a nadie, sin privilegiar a
ninguno. Cierto es que la tierra está ahí para nuestra supervivencia,
podemos trabajarla, servirnos de ella; pero no explotarla y agredirla
salvajemente, hasta el punto de poner en peligro su continuidad para las
futuras generaciones .
Ecología ambiental y ecología ético- social están pidiendo una mutua
aproximación . La firme decisión de cuidar de la naturaleza debe discurrir
paralelamente con la firme decisión de combatir y erradicar la pobreza que
está impidiendo a muchos hombres y mujeres vivir una vida digna. El
deterioro ambiental, que tanto ha tenido que ver con la desigualdad
existente en el reparto de la riqueza, no sólo ha de ser corregido, ha de
satisfacer en lo posible los daños ocasionados.
Por último, a través de la lectura de esta Encíclica del Papa Francisco, es
fácil también entrever un mensaje místico- religioso. Los vínculos que nos
mantienen unidos a la tierra, viene a decirnos, nos acercan a Dios; la
ruptura con la tierra nos alejan de Él. La Naturaleza es como un libro
abierto en que Dios nos habla de sí mismo. La creación, sin ser en sí misma
divina, refleja admirablemente la hermosura y bondad de Dios, que hay
que saber apreciar y reverenciar como algo sagrado salido de sus manos.
“ El universo no surgi￳ como resultado de una omnipotencia arbitraria, de
una demostración de fuerza o de un deseo de autoafirmación. La creación
es del orden del amor. El amor de Dios es el móvil fundamental de todo lo
creado “ , nos dice Francisco. En la cultura occidental opera el inconsciente
preventivo que nos mantiene a raya de todo panteismo. Hemos aprendido a
diferenciar la distancia infinita que separa al Creador de la creatura; lo que
no hemos aprendido suficientemente es que todo ser, por insignificante que
sea, está en perfecta armonía con su Creador. La íntima conexión que hay
entre Dios y todos los seres la supieron ver los místicos y así «sintieron ser
todas las cosas Dios». Místicos como S. Francisco de Asís entraban en
comunicación con todo ser creado, al que consideraba como hermano.
Místicos como S. Juan de la Cruz no tuvieron inconveniente en decir “ las
montañas es mi Amado para mi… Estos valles es mi Amado para mí” (
Cántico espiritual XIV-XV, 6-7)
. Las criaturas que salieron de Dios, a Dios habrán de volver, como a su Fin
Último. La Preciosa encíclica que comentamos concluye diciendo: “ Al
final, la vida eterna será un asombro compartido, donde cada criatura,
luminosamente transformada, ocupará su lugar y tendrá algo para aportar a
los pobres definitivamente liberados” . Yo tengo para mí que nada de lo
que salió del corazón de Dios volverá a la nada y puede que hasta los
animales , hermanos nuestros , a los que tantas veces maltratamos sin
piedad, tengan su paraíso particular.