COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO
AL SEÑOR UNO Y TRINO QUE NOS ACOMPAÑA
Hoy he subido al balcón de la vida
a contemplar la belleza que nos circunda,
a crecerme de paz y a engordarme de luz,
a conocer el abecedario de la pureza
y a reconocerme en el túnica del universo.
¡Aclamado sea el sigilo, pregonado el amor!
Una vez servido de sosiego, tomé aire,
me abandoné de todo sufrimiento,
amparándome en el gozo de la creación,
para permanecer largo tiempo fuera de mí,
y así poder explorarme junto al Padre.
¡Proclamada sea la voz que calma y colma!
Comprendí entonces que todo es por Él,
por ese amor infinito vivimos cada día,
anida en nuestros corazones, nos orienta,
nos aviva el bien y nos apaga el mal,
para que la bondad germine en todo;
y con todo lo que existe, seamos su gloria.
¡Alzada sea su pasión y realzado su perdón!
Enaltecido seas, pues, Señor Uno y Trino,
danos la gracia de sentirnos parte de ti,
muéstranos a Jesús, con ojos humanos
lo que es divino, sana nuestras existencias,
líbranos del odio, eternízanos en tu morada.
¡Glorificado sea tu nombre entre todo nombre!
No quiero beber más llanto, me desconsuela
el consuelo de vivir tanto lloro por nada,
únicamente deseo ser poema en cada paso,
corazón en cada senda, alma que socorre.
¡Celebrado sea el ser que auxilia a otro ser!
Traspasado por los sueños, me alivia pensar
que el Creador jamás rechaza corazón alguno,
somos parte de su obra, el libro de sus vistas,
el cielo por el que transita nuestra esperanza.
¡Ensalzado sea el camino y loada su presencia!
Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
25 de junio de 2015