¿Cómo encontrar la voluntad de Dios?
P. Adolfo Güémez, L.C.
Estamos en plena época de graduaciones. Por todas partes se encuentran jóvenes entusiastas
que terminan la preparatoria o la carrera. Algunos de ellos ya saben qué hacer con sus
vidas; otros todavía lo dudan.
Para ellos y para todos la pregunta es: «¿Cómo puedo saber qué es lo que Dios quiere de
mí?»
Esta incógnita se repite una y otra vez en las consultas que se nos hacen a los sacerdotes, y
si bien la respuesta no es fácil, es indispensable encontrarla para el bien de todos aquellos
que quieren vivir su vida de cara a Dios.
Quiero compartir aquí cuatro criterios que nos pueden ayudar a hacerlo en toda
circunstancia:
1. Dios es uno, por ello no se contradice: esto pareciera obvio, pero no siempre resulta así
en la vida diaria.
Dios no nos puede pedir algo que vaya en contra de su voluntad, manifestada en los
mandamientos, el magisterio de la Iglesia y la Sagrada Escritura. No puede ser, por
ejemplo, que Dios pida copiar en un examen para evitar el problema de afrontar un regaño.
Como tampoco puede pedir hacer un fraude o traicionar a un hermano para arrebatarle la
herencia, con el fin de superar una penuria económica
Un ejemplo más. Cuando un esposo se enamora de otra mujer, tal vez pudiera llegar a
cuestionarse: «¿Será que Dios la puso en mi camino porque en mi matrimonio no soy
feliz?»
La respuesta es clara: ¡Por supuesto que no! Simplemente porque Dios no nos puede pedir
algo que vaya en contra de Él mismo.
2. Dios es un Dios de paz: si Dios te pide algo, esto debe ser fuente de paz, no de turbación.
Atención, no estoy hablando de la ausencia de problemas, de que todo sea fácil, de que no
haya que batallar. Tener dificultades no está peleado con la paz interior que nos da el seguir
a Jesús, incluso detrás de su cruz.
Así que si eso, que dudas que sea voluntad de Dios, te genera inquietud, lo más probable es
que no lo sea. Y si hace nacer en ti un gran sosiego, entonces puede ser que vayas por buen
camino.
Dice la carta de Santiago: «La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es
amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante,
sincera.»
3. Dios es constante: por ello cuando Dios nos pide algo lo hace con perseverancia y
humildad. Él no es voluble. En cambio, nuestro egoísmo y el mismo diablo son caprichosos
y nos empujan de un lado a otro.
Por eso jamás debemos tomar una decisión importante de manera precipitada. Hay que
dedicarle todo el tiempo necesario para que se asiente, para que cale en el alma.
4. Dios es amor: el último criterio que quiero compartir hoy es que la voluntad de Dios
siempre nos llevará a que haya más amor en nuestro corazón. Él no nos puede pedir una
venganza, que seamos injustos, que no tengamos compasión, que no perdonemos.
No he tratado aquí lo que favorece encontrar la voluntad de Dios, como la oración, el
silencio, la dirección espiritual, etc. Pero claro que todo esto es también fundamental.
Finalmente quisiera aclarar un punto muy importante: la voluntad principal de Dios para
cada uno de nosotros es que seamos felices. Él, como buen Padre, no puede disfrutar viendo
a sus hijos sufrir. ¡Todo lo contrario!
Su deseo más hondo es que vivamos plenos, seguros, entusiastas. Esta felicidad total es a lo
que nos referimos cuando usamos la palabra “santidad”. Dios quiere que todos seamos
santos, que es lo mismo que decir, Dios nos quiere plenamente realizados.
Lo apasionante de todo esto es que la santidad es diversa para cada quien. No puede haber
dos caminos iguales. Y por eso cada uno tiene la oportunidad y la responsabilidad de
encontrar el propio.
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