Corrupción y aborto
P. Fernando Pascual
20-6-2015
La corrupción genera reacciones de condena. Ante tantas personas que buscan sus intereses a
costa del bien común, nace espontáneo un grito: “¡basta ya!”. Ese grito refleja el deseo de
erradicar todo el daño que los corruptos provocan en las familias, en las empresas, en las
sociedades y en el mundo entero.
Sorprende, sin embargo, que en muchos no haya casi ninguna sensibilidad ante el aborto. Los
motivos pueden ser varios: es algo legal, hay mayorías a favor del aborto, es presentado como
un asunto “privado”, “arregla” problemas serios de una mujer, etc.
Esos motivos, sin embargo, esconden la gravedad del aborto, que en sí mismo es mayor que la
de la corrupción. Porque la corrupción daña a la sociedad, pero de por sí no provoca la muerte de
inocentes (menos aquellas formas de corrupción que están asociadas al crimen, a la delincuencia
organizada, o que causan catástrofes por graves errores de infraestructura). En cambio, el aborto,
cada aborto, provoca un daño irremediable: la muerte injusta (el asesinato) de un ser humano
inocente.
El aborto es fruto de una cultura que Juan Pablo II denominó, valientemente, como “cultura de
muerte” (cf. su encíclica “Evangelium vitae”). También el Papa Francisco denuncia la “cultura
del descarte”, que excluye a los más débiles, a los ancianos, a los enfermos, a los niños antes de
nacer.
Ante esta situación, hay que reaccionar con firmeza. Un pueblo avanza hacia la justicia y hacia
el bien cuando, junto a las condenas y al esfuerzo por erradicar la corrupción, se empeña
seriamente, con mayor energía, para evitar el aborto y para perseguir a quienes, faltando a lo
propio de la medicina, lo practican impunemente.
Hay que denunciar, sí, la corrupción. Pero, sobre todo, hay que denunciar el crimen del aborto.
Entonces trabajaremos para que la honestidad triunfe en las familias y en los grupos,
especialmente en las instituciones públicas y en los Estados; y buscaremos caminos eficaces
para tutelar la vida de los hijos antes de nacer, y para atender a todas aquellas madres que han
iniciado un embarazo en situaciones difíciles y que necesitan el apoyo y la cercanía de los
verdaderos amantes de la justicia y de la dignidad de cada ser humano.