Miedos y miedos
P. Fernando Pascual
20-6-2015
Hay miedos de diferentes tipos según la causa que los produzca. Otros miedos dependen
fundamentalmente del modo de ser de cada uno.
Algunos miedos tienen un origen natural o una causa obvia: ir por una calle oscura, sobre todo en
ciertos lugares, provoca miedo. Como también da miedo que un día la empresa donde uno trabaja
reduzca plantilla y empiecen los despidos.
Otros miedos carecen de fundamento, y provocan daños en quien los sufre. Quien teme contagiarse de
cualquier cosa y por cualquier causa, no podrá salir tranquilamente a la calle...
En el ámbito cristiano, Cristo indicó a quiénes no temer y a quién temer, con lo que dejó en claro que
hay miedos que no corresponden a la fe verdadera, mientras que otros miedos son necesarios.
¿Qué dijo exactamente el Maestro? “No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden
hacer más. Os mostraré a quién debéis temer: temed a aquel que, después de matar, tiene poder para
arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése. ¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien,
ni uno de ellos está olvidado ante Dios. Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No
temáis; valéis más que muchos pajarillos” ( Lc 12,4-7).
Sí: hemos de tener miedo de quien destruye nuestra alma; es decir, de quien la puede herir con el
pecado mortal, que nos aparta de Dios y nos enemista con los hermanos. Los demás miedos, naturales
o patológicos, quedan en un segundo lugar.
Por eso, necesitamos vivir muy cerca de Dios, que nos da fuerzas para el combate de cada día. Sólo
entonces podremos trabajar “con temor y temblor” por nuestra salvación, “pues Dios es quien obra en
vosotros el querer y el obrar, como bien le parece” (cf. Flp 2,12-13).