ES IMPOSIBLE
Las noticias nos han acercado, una vez más, a la dura realidad de seres que
mueren de frío.
La realidad dice que, desde hace tiempo, se busca hacer algo por las personas en
situación de calle.
No es que lo que se haga sea insuficiente.
No es que lo que se realice no esté bien intencionado.
La realidad nos dice que es imposible poder cubrir todas las necesidades que
muchas de estas personas poseen.
Viven una situación que está mucho más allá de la calle.
Viven en una realidad que se van construyendo entre sueños, delirios y
frustraciones.
Muchas veces se habla de los pobres como si fuesen modelos de muchos valores de
vida.
Ellos son mucho más que pobres.
Poco a poco se van hundiendo en una situación donde se van construyendo una
serie de códigos de los que no son fáciles de desprenderse.
En ellos algunos de esos códigos que solemos atribuirles a los pobres desaparecen.
En algunos de ellos prima el resentimiento y la frustración.
En algunos de ellos triunfa un mundo de fantasía e irrealidad.
Pretender entender sus opciones de vida resulta muy difícil de lograr.
Cada uno es un mundo completamente distinto y solamente se pueden ver desde la
particularidad de cada uno.
Unos viven el deterioro propio de la dependencia al alcohol.
Un alcohol que calienta interiormente y que deja con la sensación de estómago
lleno.
Unos viven el deterioro causado por el consumo de la droga.
Droga que hace daño pero que aparta de la realidad en la que se encuentran.
No faltan quienes han escapado de la soledad con la presencia de alguna mascota
con la que comparte todos sus momentos y de la que no desea prescindir.
Así como necesitaba escapar de la soledad no desea dejar en soledad a su
compinche de vida.
Con su mascota habla y comparte.
No comparte sus momentos, únicamente, sino que también comparte alimento y
calor.
Muchas veces no poseen más que unos pobres trapos en mal estado pero son sus
posesiones y no están dispuestos a perderlos de vista que es su manera de
cuidarlos.
En una oportunidad conocí a una señora que vivía en la calle y cubría su rostro con
una crema verdosa. Le pregunté, luego de muchas charlas con ella y de compartir
alguna comida, la razón de aquel ungüento en su rostro.
“No sé si sirve para algo pero yo me hago la ilusión de que me protejo la cara del
viento. Si hago fuego quedo con olor a humo y no me gusta” Fue su respuesta.
Los otros olores que emanaban de su cuerpo ya no los sentía o no eran, para ella,
de su importancia.
Imposible poder lograr pensar como ella.
Se podrían poner muchos ejemplos y los mismos no harían otra cosa que hacernos
saber que es, casi, imposible comprenderles.
Sin duda que no faltan quienes se dejan ayudar y esperan se les ayude.
Hay otros que se han hecho a un estilo de vida donde creen que son merecedores
de ayuda por el hecho de ser necesitados y “prepotean” una ayuda.
Hay otros que se consideran libres en su opción de vida y no desean ser ayudados.
Sin duda que es imposible comprenderlos a cada uno de ellos y, creo yo, ello no es
una tarea necesaria.
Sí es tarea necesaria el poder respetarlos en su originalidad pues ello es el mejor
modo de colaborar con ellos.
Padre Martín Ponce de León SDB