Escribir sin un saber verdadero
P. Fernando Pascual
6-6-2015
Asombro. Es lo que produce leer textos escritos simplemente desde un dato descontextualizado, no
confirmado, que empieza a correr por todas partes.
Asombro, sí, porque uno se pregunta qué valor pueden tener unas líneas que pretenden comentar algo
que no está claro, o que no es verdad, o que no conocemos bien, o que simplemente está rodeado de
mentiras y manipulaciones.
Hay quienes se lanzan a escribir simplemente desde corazonadas, pero sin apoyarse en informaciones
bien fundamentadas. Opinan y opinan, con pasión, con sofismas, con intuiciones, con aciertos (es
imposible equivocarse en todo, decía Aristóteles), en una mezcla volcánica y confusa, mientras lo serio
(investigar y controlar datos) ha quedado lamentablemente marginado.
Frente a esa costumbre de escribir a vuelo, sin comprobaciones serias, sin estudios profundos, sin
controlar los datos, vale la pena una terapia incisiva y una reflexión madura.
En primer lugar, hay que dejar a un lado lo sensacional, lo que sorprende, lo que no ha sido
comprobado, lo que se basa en fuentes anónimas misteriosas, lo que aparece desde quienes promueven
intereses turbios e ideologías inhumanas.
Luego, hay que escoger temas serios, en los que se decide la marcha de las familias, del mundo del
trabajo, de la cultura, de las finanzas, de los gobiernos. Temas que nos permitan ver quiénes están
detrás de esa guerra, quiénes venden armas con avidez inaudita, quiénes controlan las inversiones en el
mundo de los laboratorios, quiénes financian los diferentes medios de comunicación.
Viviremos cegados por “noticias” deslumbrantes mientras nos dejemos arrastrar por la corriente y
sigamos a “analistas” y “opinionistas” que lanzan sus ideas lejos de un saber verdadero. Al revés,
empezaremos a comprender un poco mejor nuestro mundo caótico y siniestro cuando acojamos
investigaciones serias y cuando invirtamos lo mejor de nuestro tiempo en ir a fondo en los asuntos que
más importan a las familias y a los pueblos.