Voz del Papa
¿Nos vence el orgullo?
José Martínez Colín
1) Para saber
Para que la vida familiar crezca en armonía y unidad, dice el
Papa Francisco, hay que vivir tres palabras clave: “respeto”,
“gracias” y “perd￳n”. Ya hemos considerado las dos primeras, ahora
nos detendremos en el “perd￳n”, que es muy necesaria.
Tal vez es la más difícil porque implica reconocer que uno
mismo ha fallado y darle la razón a la otra persona. Y la soberbia y
el orgullo son dos enemigos poderosos muy difíciles de vencer.
Comenta el Papa que si falta el perdón, se abren pequeñas
grietas que se van haciendo grandes hasta transformarse en fosos
profundos. Por algo en la oraci￳n ense￱ada por Jesús, el “Padre
Nuestro”, encontramos la expresión que nos compromete: “Perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden”.
2) Para pensar
Se cuenta que en cierta ocasión el demonio le reclamó a Dios
que se hubiera condenado por un solo pecado, mientras que a los
hombres, que pecan mucho, los perdona muchas veces. Entonces
Dios le razon￳: “Es cierto, pero es que los hombres hacen algo que
tú nunca lo has hecho”. El demonio intrigado le pregunt￳: “¿Y qué
es eso que los hombres hacen y yo nunca?” Dios le concluy￳: “Me
piden perd￳n”.
La soberbia y el orgullo del demonio le impiden pedir perdón.
Por ello, nos parecemos al demonio cuando no queremos perdonar
dejándonos llevar por el orgullo. En cambio, Dios siempre perdona.
El Papa Francisco da un consejo para la vida matrimonial:
“Aunque se pelea muchas veces, y a veces… ¡vuelan los platos! Sin
embargo, nunca terminen la jornada sin hacer las paces. Escuchen
bien: ¿han peleado marido y mujer? ¿Hijos con padres? ¿Han
peleado fuerte? Eso no está bien. Pero el problema es que este
sentimiento siga al día siguiente. Por esto, si han peleado, nunca
terminen la jornada sin hacer las paces en familia. ¿Y cómo debo
hacer las paces? ¿Ponerme de rodillas? ¡No! Solamente un pequeño
gesto, una caricia, una cosita así. ¡Y la armonía familiar vuelve! ¡A
veces no es necesario las palabras. Pero nunca terminar la jornada
en familia sin hacer las paces. ¿Entendido? ¡No es fácil! Pero se
debe hacer. Y con esto la vida será más bella”.
3) Para vivir
Pero, cuando una persona es culpable de algo que hizo, ¿es
digna de ser perdonada? El Papa dice que si la persona reconoce su
falta y está deseosa de restituir aquello que dañó, sea respeto,
sinceridad o amor, sí se hace digna del perdón: “Y así se detiene la
infección. Si no somos capaces de disculparnos, quiere decir que ni
siquiera somos capaces de perdonar. En la casa donde no se pide
perdón comienza a faltar el aire, las aguas se vuelven estancadas.
Tantas heridas de los afectos, tantas laceraciones en las familias
comienzan con la perdida de esta palabra preciosa: discúlpame”.
Nuestra educación, quizás, descuida demasiado las tres
palabras-claves de la familia: “permiso, gracias, perd￳n”. El Señor
nos ayude a volverlas a poner en el justo lugar, en nuestro corazón,
en nuestra casa, y también en nuestra convivencia civil. Pidámosle
nos ayude a practicarlas y, así, la familia irá bien.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra)
( articulosdog@gmail.com )