D ON DE S ABIDURÍA
El don de Sabiduría es “ver todo con los ojos de Dios”
(Francisco).
Jesús, como el ciego de Jericó, te pido ver la realidad como
Tú la ves. Al comprobar cómo cada uno de los que has curado de
ceguera te confesaron Mesías y Señor, y algunos te siguieron y
dieron testimonio de ti a pesar del riesgo que suponía ser de tus
discípulos, sé que tu intervención con los invidentes fue más allá de
devolverles la visión física de la realidad.
Jesús, como María Magdalena, muchas veces doy vueltas sin
parar, y no acabo de reconocerte a pesar de tenerte delante en tantas
personas y acontecimientos. Y como sucedió con los discípulos de
Emaús, cabe que camines a mi lado y te confunda con un
cualquiera.
Siempre me sorprenden los relatos de Pascua en los que te haces presente a los tuyos y ellos
no te reconocen, hasta que les abres los ojos y te profesan como su Señor y su Dios, como hizo
Santo Tomás.
Señor Jesús, envíame el don de Sabiduría, para que comprenda y reconozca tu paso por mi
vida, tantas veces a través de mediaciones humanas, y que por ofuscación o falta de luz teologal
interpreto y valoro con mi visión intrascendente.
¡Qué distinto es saber interpretar todo a la luz del don de Sabiduría! Para quien tiene los ojos
abiertos por el Espíritu nada es casual, ni carente de sentido, todo tiene un valor trascendente, todo
sabe a Dios, ¡todo lleva a Él!
Necesito, Señor, tu luz en mis ojos, para que sepa reinterpretar hasta lo más opaco en
luminoso. Como los artistas que ven en la materia la virtualidad de la belleza, el volumen capaz de
revelar una escultura preciosa, que sepa ver el amor divino que me rodea en todo lo que acontece.
Los ojos y la mirada de quien tiene el don de Sabiduría son transparentes, brillantes, limpios,
sagaces, intuitivos, amorosos, confiados, ven y creen; ven y perciben; ven y se compadecen; ven y
se hacen conscientes de la presencia divina que lo penetra todo, lo invade todo, lo envuelve todo.
Señor, derrama sobre nosotros tu Espíritu de Sabiduría, para que caminemos a la luz de tu
rostro, y sepamos avanzar por el camino luminoso que nos dicta la Sabiduría divina, que no es otro
que el camino de Cruz. “Nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos,
necedad para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo fuerza de
Dios y sabiduría de Dios” (1 Co 1, 23-24).
“Aquí viene bien el acordarnos c￳mo lo hizo con la Virgen nuestra Se￱ora con toda la
sabiduría que tuvo, y cómo preguntó al ángel: ¿Cómo será esto? En diciéndole: El Espíritu
Santo sobrevendrá en ti; la virtud del muy alto te hará sombra, no curó de más disputas.
Como quien tenía tan gran fe y sabiduría, entendió luego que, interviniendo estas dos cosas,
no había más que saber ni dudar. No como algunos letrados…” ( Los Conceptos del Amor de
Dios 6, 7).
¡Ven, Espíritu Santo, y concédenos el Don de Sabiduría!