Renunciar y negarse para ser libres y felices
P. Fernando Pascual
12-4-2015
El camino cristiano lleva consigo una renuncia: dejar lo que obstaculiza el amor para introducirse en
una vida nueva.
San Doroteo de Gaza, un monje palestino que vivió entre los siglos VI y VII, escribió una serie de
conferencias sobre la vida cristiana. La primera trata precisamente sobre el renunciamiento.
¿Por qué? Porque si el pecado consistió en una rebeldía, la salvación pasa por la humildad, la
mansedumbre, la renuncia, la abnegación y la obediencia, explicaba san Doroteo.
¿Cómo lograr la renuncia que nos acerca a Dios? ¿Qué camino seguir y qué conseguiremos? Doroteo
respondía en uno de los párrafos de esta conferencia:
“20. Si queremos ser completamente libres, comencemos a negar nuestra voluntad propia, y de esta
manera, poco a poco, llegaremos con la ayuda de Dios a despojarnos verdaderamente. Nada hay tan
provechoso para el hombre como el negar su voluntad propia. Por este camino progresamos más allá
de toda virtud. El que anda por esta vía de la negación de la voluntad propia se asemeja al viajante que
encuentra un atajo por el cual se ahorra gran parte del camino. Ello se debe a que negando nuestra
voluntad alcanzamos el desapego de las cosas, y por este desapego, con el auxilio de Dios, llegaremos
a la impasibilidad”.
Luego san Doroteo añadía algunos ejemplos sencillos y prácticos para concretar la idea.
“Y este es el modo: un hermano se encuentra dando vuelta y ve alguna cosa. Su pensamiento le dice:
‘mírala’, pero él responde: ‘no, no miraré’. Niega su voluntad y no mira. Después se encuentra con
unos hermanos que están hablando y su pensamiento le sugiere: ‘tú también puedes decir algo’. Pero
niega su voluntad y no habla. Pero le viene otro pensamiento que le dice: ‘Ve a ver al cocinero y
pregúntale qué está preparando’. Pero no va sino que niega su voluntad. Luego, por azar, ve un objeto
y le interesa saber quién lo ha traído. Niega su voluntad y no pregunta”.
Cada uno de nosotros podríamos imaginar ejemplos para nuestro tiempo. Veo un anuncio en Internet y
me llena de curiosidad, pero no lo miro. Suena el aviso de un mensaje electrónico mientras estoy en
una capilla, pero espero a salir antes de leerlo. Escucho que hablan de un grave error cometido por una
persona y todos ríen, pero no pregunto...
¿Qué se consigue de esta manera? Según san Doroteo, quien vive así ya no tiene voluntad propia, y
puede pasar fácilmente de ser fiel en las cosas pequeñas a serlo en las cosas grandes.
El resultado es maravilloso. “Cualquier cosa le agrada, como si viniese de su propia voluntad. Y de
esta manera, no queriendo en nada hacer su voluntad, encuentra que la hace en todas las cosas. Todo lo
que le sucede y que no depende de él le resulta provechoso. De este modo se encuentra sin ningún
apego y por ese despojamiento, como ya he dicho, llega a la impasibilidad”.
Pensamos, justamente, que no es fácil vivir así. Pero al menos podemos intentarlo con cosas pequeñas.
Un día descubriremos cómo el negarnos en tantos deseos concretos nos lleva, poco a poco, a una
mayor disponibilidad a lo que Dios nos pida y a una apertura sincera al servicio de nuestros hermanos.
Es decir, empezamos a ser verdaderamente libres y felices.