Argumentaciones rápidas
P. Fernando Pascual
14-2-2015
Leer un libro de más de cien páginas cuesta. Si, además, el libro es serio y minucioso, se hace difícil
terminarlo, a menos que uno tenga cierta familiaridad con el tema y buenos hábitos de estudio y
reflexión.
Por el contrario, resulta fácil y agradable leer una argumentación rápida en un periódico, un blog
(ligero, pues los hay con textos demasiado largos), o en la conversación que corre en un muro de
Facebook.
Las argumentaciones rápidas atraen porque, en su apariencia humilde y coloquial, se leen en poco
tiempo y dejan algo en el corazón para seguir reflexionando. Pero, ¿ayudan de verdad a ir a fondo en
temas de importancia?
Como en todo, la respuesta no puede ser un “sí” o un “no”. Un libro sumamente articulado y “serio”
puede estar lleno de sofismas y de paja que al final dejan en el lector la sensación de haber perdido el
tiempo. Al revés, unas frases minúsculas, ágiles, imaginativas, pueden vehicular una idea genial y
despertar un horizonte de verdades inexploradas.
Ocurre también, como es obvio, lo contrario: hay blogs y chats llenos de vivacidad pero sin ningún
contenido realmente fecundo; y libros más bien aburridos pero repletos de saberes útiles y valiosos
para un lector reflexivo y amante del estudio.
El mundo moderno nos acostumbra a las prisas y genera deseos de resultados inmediatos. Pero, como
en todo, lo importante es evaluar bien qué leo, de quién y bajo qué perspectivas.
Sólo entonces dejaré de lado paja inútil y discursos vanos, para invertir mejor el tesoro de mi tiempo.
Conviviré con libros “tradicionales” que resultan imprescindibles en muchos temas. Y seguiré algunas
páginas de Internet llenas de argumentaciones rápidas y revestidas de sabiduría auténtica, que tanto
ayudan en el camino hacia la verdad que deseamos desde lo más íntimo de nuestras almas.