Voz del Papa
Globalización de la indiferencia
José Martínez Colín
1) Para saber
Como es tradicional, cada año el Papa envía un mensaje de
Cuaresma. Comienza por decirnos que este tiempo es de renovación
para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente. Pero,
sobre todo, es un «tiempo de gracia» (2 Co 6,2).
Para el Señor no le somos indiferentes. Está interesado en
cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y
nos busca cuando lo dejamos. Pero ocurre que cuando estamos bien
y a gusto, nos olvidamos de los demás, no nos interesan sus
problemas y sufrimientos…
Señala el Papa Francisco que esta actitud egoísta, de
indiferencia, alcanza hoy una dimensión mundial, hay una
globalización de la indiferencia”, que tenemos que afrontar
como cristianos.
2) Para pensar
Recibí la siguiente historia que relata un médico que trabajó
en África:
Una noche asistí a una madre en su parto, pero a pesar del
esfuerzo, ella falleció dejándonos un pequeño y prematuro bebé y
una niña de dos años que lloraba desconsoladamente.
Tuvimos grandes problemas para mantener vivo al bebé, pues
no teníamos incubadora. Aunque estábamos en África, por las
noches enfriaba. Una enfermera llegó preocupada a decirme que se
le rompió la bolsa de agua caliente, ¡era la última! En nuestro
pueblo no hay donde reponerla.
Le indiqué que pusiera al bebé cerca del fuego y se acostara
junto a él para evitar corrientes de frío: “Tu trabajo es mantener
con calor al bebé.”
Al mediodía, fui a orar con los niños del orfanato. Les conté de
la bolsa rota, y el peligro que el bebé muriera si se enfriaba.
También de su hermanita, que lloraba por su mamá.
Entonces una niña, Ruth, rezó: “Dios, por favor, envíanos una
bolsa de agua caliente hoy, mañana será muy tarde, por favor
envíala esta tarde. Y también ¿podrías enviarnos una muñeca para
su hermanita?”
Yo fui sacudido con su oración. Creía en Dios, pero ¡que
hiciera esto! Llevaba casi 4 años en África y nunca había recibido tal
ayuda. Además, era improbable que enviaran una bolsa de agua
caliente.
A media tarde mientras estaba dando clases a los niños, llegó
un paquete grande. Me emocioné y empezamos a desempacar.
Había unos 15 niños viendo. Saqué ropa de colores muy
brillantes. Los ojos de los niños se iluminaron. Había vendas para los
leprosos… Puse mi mano en la caja y… no lo podía creer. Sí. ¡Una
bolsa de agua caliente! Lloré. No había creído que Él lo hiciera.
Ruth me dijo, “Dios también debe haber enviado la mu￱eca”.
Y del fondo de la caja sacó una hermosa muñeca. ¡Sus ojos
brillaban, ella nunca dudó! Me pregunt￳, “¿puedo darle la muñeca a
la niña, así sabrá que Jesús sí la ama?” “Por supuesto”, respondí.
Aquel paquete había viajado 5 meses. La enviaron mis
compañeros de escuela. Era demasiado… pedí perdón por mi
incredulidad. Se cumpli￳ lo dicho por Isaías: “Antes que clamen, Yo
responderé” (Is 65,24).
3) Para vivir
Si estamos dispuestos a ayudar a los demás, la mano de Dios
no dejará de sentirse, pues Él actuará a través de nosotros. El Papa
nos invita a rechazar esa indiferencia que nos entierra en nuestro
egoísmo.
Dios no es indiferente, sino que nos ama hasta darnos a su
Hijo para nuestra salvación. Eso nos recuerda la Cuaresma: el amor
de Dios y la posibilidad de retornar a Él.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra)
( articulosdog@gmail.com )