Y AHORA; CARLOS?
Hace mucho………
Era un sábado a medio día.
Hermes Silva me invitó a participar de un programa radial.
Hablamos de los comedores populares.
Pocos días después recibo una invitación a hablar, en el Diario Cambio, con
Carlos Artía.
Debía pasar después de la una.
El diario aún tenía sus instalaciones en calle Uruguay.
“Lo escuché en la radio y quisiera conversar de ello para una nota en el
diario”
Él sentado en su escritorio con muchos papeles y yo con los nervios propios
de quien se prestaba a una entrevista escrita por vez primera.
Han pasado casi treinta años y aún conservo la entrevista y su recuerdo.
Él puso un pequeño grabador sobre el escritorio y conversamos. En un
determinado momento entró el fotógrafo e hizo unas tomas y se retiró sin
decir palabra alguna.
Ya fuera del grabador me realizó una invitación que recibí pleno de
asombro. Comenzar a escribir para el diario como columnista.
Recuerdo le dije: “Lo voy a pensar” aunque interiormente ya tenía una
respuesta.
Resolví no contestar esperando se olvidase.
No solamente no se olvidó sino que continuó insistiendo, durante casi un
año, en su propuesta periodística.
Durante ese tiempo fuimos estableciendo una sincera amistad.
Yo le respetaba, y mucho, porque no dudaba de su saber producto de sus
años de periodismo.
Él me respetaba en lo que hacía y desde su tiempo con los salesianos en el
colegio del Rosario en Paysandú.
Pese a nuestras muchas charlas compartidas y los cigarros compartidos que
acompañaban nuestras conversaciones nunca nos tuteamos.
Él me llamaba por mi nombre pero me trataba de “usted” y lo mismo
sucedía conmigo.
“Martín ¿por qué no escribe sus sermones y el diario se los publica?”
“Mire, Carlos, yo escribo con una condición. Que usted, si ve que lo que
escribo no sirve para el diario, me lo dice con toda tranquilidad. Yo pruebo”
“Quede tranquilo, nos tenemos confianza como para que sepa que se lo
digo”
¿Y ahora, Carlos?
Su deceso me ha tomado por sorpresa.
Sabía de sus quebrantos de salud pero nunca imaginé su partida sería como
fue.
¿Y ahora, Carlos?
En diversas oportunidades le dije no saber si agradecerle por la invitación o
“p………..” ya que ha sido una valiosa oportunidad pero ello me ha implicado
algunas complicaciones.
En diversas oportunidades le recordé nuestro compromiso al comenzar yo
este servicio para el diario.
Al comienzo era él quien ponía los títulos a los artículos ya que, según
afirmaba, debían llevar un título “con gancho”
Él sabía le prestaba atención a sus comentarios ya que era conocedor del
periodismo y yo era un ignorante de los temas referentes al hecho de
escribir para el diario.
Solía acompañarnos en las misas de noche buena en Cien Manzanas en una
expresión de amistad y solidaridad con lo que allí se realizaba.
Cuando recibí la noticia de su fallecimiento, debo confesarlo, un sentimiento
de pérdida me invadió.
Le tenía un sincero y profundo respeto y afecto.
Vivía con intensidad todo lo que hacía al diario y todo lo que hacía a su
familia.
Todo lo que hacía a su día era una gran sala de redacción. Vivía todo desde
su condición de periodista.
De todo sacaba algún aprovechamiento para el diario. Consideraba al
periodismo como su vocación y su apostolado.
¿Y ahora, Carlos?
¿Quién ocupará su lugar para decirme, con toda confianza, que lo que
escribo no da para más?
A sus familiares mi respeto y mis pésames y para usted que haya paz en su
tumba.
Padre Martín Ponce de León