ALGO MÁS QUE PALABRAS
CADA ÉPOCA EXIGE SUS DOCENCIAS
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Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
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No tengo duda de que las personas nos predisponemos unas a otras, que los mismos lenguajes
nos mueven el alma; que también los buenos pasajes, aparte de convencernos, nos reaniman, y que
algunos hechos nos entusiasman. Esto me pasa a mí con el libro: “Una educación nueva para un tiempo
diferente” (edición de autor), recopilación de artículos de opinión escritos por un docente vocacional, de
brillante trayectoria curricular y aún mejor persona, en coherencia siempre con lo que pregona, y que no
es otro que el profesor Juan Santaella López. Dichos textos fueron publicados en un medio escrito
durante los tres últimos años. O sea, que estamos ante una obra escrita pausadamente, que como buena
antorcha de pensamiento y manantial de referencia, lleva implícita la lucidez en consonancia con la
genialidad más auténtica. Reescrita y, por tanto, nuevamente pensada después para darle formato de libro.
Son más de doscientas páginas impresas de valores y experiencias (de valías), sumamente cuidadas ya
que forman parte de sí, de su donación al desarrollo del ser humano, lo que hace que sea alimento a los
ojos de cualquier lector. Hasta el mismo prólogo, realizado por Antonio Rus Arboledas (otro humanista-
científico de la educación y de la psicología evolutiva), nos introduce en el apasionante mundo de la
educación, sobre todo en el sentido de predicar con el ejemplo.
Efectivamente, soy de los que pienso que educar, por encima de todo lo demás, consiste en
formar seres capaces de liberarse de ataduras, aptos para regirse por sí mismos y no para ser dominados
por otros. Y en este sentido, el libro de Juan Santaella López en su conjunto es un verdadero manual,
sobre todo para padres y docentes, resultado no sólo de muchas horas de reflexión, sino también de
vivencias propias, de meterse en las honduras de nuestro vivir de cada día. Al fin y al cabo, educar no es
otra cosa que templar el alma para sobrellevar nuestros propios aconteceres; no en vano, se analiza la
sociedad actual, con sus alienaciones y sus dependencias; con una crisis económica que está dejando más
pobres a los que ya lo eran y más ricos a los que la precipitaron. Además, también se aportan
instrumentos y modelos para el cambio de sociedad que tan necesario es en estos momentos. El autor
contrapone modelos de vida, que es necesario que emerjan, y siembra, de igual modo, referentes como
pueden ser el hidalgo humanista y defensor a ultranza de la justicia y de la equidad entre los seres
humanos, Don Quijote de la Mancha; o un político español tan comprometido con su pueblo como Adolfo
Suárez, que hizo del diálogo y del acuerdo consensuado la base de transformación de un país autoritario
en otro democrático; o el ejemplo de coherencia de Camus, defensor de que la verdad y la naturalidad
estaban siempre por encima de las ideologías.
También aporta Juan Santaella López los fundamentos de un buen sistema educativo que,
necesariamente, ha de apoyarse en unos buenos docentes capaces de hacer del discente alguien que no
existía. Evidentemente, se ha de contar con el esfuerzo del alumno, para –como dice el autor del libro-
partiendo de él, adentrarlo en el mundo de la lectura, en las humanidades, en la misma convivencia y
vivencia de los valores, mediante los estímulos educativos pertinentes. Cierra el libro un capítulo
dedicado a analizar los problemas que la juventud actual padece, que son muchos y diversos: alcohol,
drogas, embarazos no deseados, suicidios…, se analizan los problemas educativos, entre nuestros
jóvenes: en primer lugar el bullying o acoso escolar, tan extendido en los últimos tiempos. Examina,
igualmente, diversos tipos de niños: los depresivos, con sus causas y sus posibles soluciones; los
agresivos, los cuales tienen un pasado que les impulsa a ser violentos con los demás; los niños mimados,
a los que la sobreprotección paterna los inutiliza para vivir de manera autónoma. Termina el capítulo con
un tipo de agresión juvenil que cada día se expande más y que afecta a más familias: la violencia que
muchos hijos ejercen sobre sus padres y las causas que conducen a ella. Indudablemente, tan sólo por la
educación –como dijo Kant- puede el hombre llegar a ser hombre. En cualquier caso, acusarse a uno
mismo con una buena ración de humildad, demuestra que la educación ha comenzado. Por lo demás,
ineludiblemente estamos en un tiempo diferente, lo que exige cuando menos una educación renovada.
Esta publicación, cabecera de tantos sueños, naturalmente, ayuda a encontrar ese camino de rectitud,
advirtiendo que nunca fue fácil el aprendizaje de la virtud.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
4 de febrero de 2015.-