De nuevo, manifestaciones y cifras
P. Fernando Pascual
31-1-2015
Parece algo irremediable: a los organizadores y a la prensa que los apoya les gusta que haya mucha
gente en las manifestaciones. Lo que ocurre es que no es fácil conocer cuántos asistieron, mientras que
sí es muy fácil inventarse cifras, incluso manipularlas con mentiras más o menos ingeniosas.
Este tipo de hechos necesita una serena reflexión en el mundo informativo y entre el público en
general. Es cierto que hay periodistas y agencias que respetan ciertos protocolos y que buscan
seriamente llegan a datos cercanos a la realidad cuando informan de cuántos habrán sido los
manifestantes en un evento.
Pero también es cierto que en ocasiones las diferencias entre las cifras dadas por unos y por otros exige
un esfuerzo por denunciar errores y mentiras, por “sancionar” adecuadamente a los manipuladores, y
por premiar a quienes hayan respetado lo que es propio de la investigación antes de dar cualquier cifra.
Detrás de las manipulaciones sigue en pie un extraño deseo de defender un punto de vista considerado
como bueno a costa de pisotear una dimensión clave para la vida social: el respeto a la verdad. Y
entonces una buena causa puede llegar a parecer menos buena precisamente porque alguien que la
defiende inventa, engaña o miente al dar números falsos respecto a las personas que acudieron a un
evento concreto.
Hemos de recordar que quien miente deliberadamente, o quien inventa cifras infladas (o también
desinfladas) de números de manifestantes, hiere a la convivencia humana en uno de sus pilares básicos:
la veracidad. ¿Y quién podrá creer en el mañana a quien en el ayer o en el hoy ha engañado?
Vale la pena, entonces, cualquier esfuerzo por corregir y revelar, donde existan, cifras erróneas o
engañosas, y por promover una mirada científica a la hora de ofrecer cifras cercanas a la realidad.
Lograremos así menos confusión, menos desconfianza, y un periodismo más honesto, más sereno y
más equilibrado.