Custodia
Padre Pedrojosé Ynaraja
Lo escuché por TV a un psiquíatra, de esto hará más de 30 años: la juventud de
hoy, decía, tiende a establecer múltiples relaciones débiles. Veredicto que respondía
a alguna consulta que le habían hecho. No he vuelto a oírlo, pero esta sentencia la
hemos comentado en muchas ocasiones, sin que nadie la desmintiera. Parece
inocente, en realidad, y bajo mi punto de vista, es la constatación de una general
pobreza espiritual de nuestra actual cultura. Aquellos jóvenes ya no lo son y pienso
que ahora, jóvenes y adultos, carecen de idéntico valor espiritual. Muy lamentable.
Oyendo hablar a chicos y mayores, parece que cualquiera tiene múltiples amigos y
después, comentando con cierta seriedad la realidad, uno se da cuenta de todo lo
contrario. Sufren la mayor parte de contemporáneos nuestros de aislamiento, de
falta de comunicación, de total carencia de ayuda íntima. El amor, en el sentido
griego de filos y eros, es pasajero y superficial. Triste realidad la de tantos.
Vaya la parrafada para justificar mi interés por hablar de algunos franciscanos que
he conocido en la Custodia Franciscana de Tierra Santa. Leo en el libro de Tobit
(12,7) Bueno es mantener oculto el secreto del rey y también: es bueno proclamar
y publicar las obras gloriosas de Dios. Y las de los hombres buenos, añadiría yo, sin
querer rectificar a la Biblia.
La semana pasada me refería a Fra Ovidio. Murió nuestro amigo antes de lo
esperado. Todavía este verano han venido por estas tierras dos colaboradores
suyos. La Hna Regina y Farid, un fiel cristiano palestino. Querían conocer los
paisajes por donde se movió el buen fraile. Excuso decir que familiares y amigos, y
yo mismo, los hemos tratado a ellos como Fra Ovidio nos trataba a nosotros. Y
todos felices.
Con ellos, franciscanos de la Custodia, hemos vivido una amistad que no era
simple simpatía. Y para dejar ya a los difuntos y referirme a frailes que viven y
residen en Tierra Santa, hablaré brevemente de Fra Rafael Dorado, un alegra y
amable sevillano, de Triana, para más inri.
Se inició nuestra amistad debido a un simple percance. Estábamos en Nazaret y no
teníamos donde dormir. En aquel tiempo existía en la ciudad un hotel y medio
solamente y no había habitaciones libres. Nos orientó él y ayudó con atino. La
semilla de la amistad estaba puesta. Facilitó la celebración de la misa y él mismo
nos acompañó en otro viaje. Se trataba de la cripta de la casa de la Sagrada
Familia, o casa de san José, cerrada a cal y canto a casi todos. El lugar era tan
evocativo, que lo hice de rodillas. En otro viaje experimentamos que, dado que era
época de vacaciones, no habíamos encontrado por Jerusalén a nadie amigo. Rezaba
yo pidiendo a Dios, que fuera acogido por alguno, como yo lo hacía con quien venía
a mi casa. Bajábamos en transporte público hacia el sur. Oí que alguien hablaba en
castellano, afiné el oído y descubrí de quien era la voz. Interrumpí preguntando, y
era Fra Rafael. ¿gracias sean dadas a Dios! Fuimos juntos y, por segunda vez,
celebré la misa en el Gbel Musa y gozamos de muchas facilidades por el trayecto,
dada su afabilidad y dominio de lenguas. Uno tiene la sensación de que todos los
beduinos de la península, son amigos suyos. ¡cuantas cosas contaría al respecto!
Más de cuarenta años dan para mucho. ¡Cuantas visitas, entrevistas y viajes he
hecho con él, que de otra manera no hubiera podido hacer! Y por su parte, cuando
ha venido por nuestra tierra, ha recibido por mi parte la acogida y compañía que se
merecía. Cumplió los 80 años en el desierto con algunos de nosotros en otro viaje,
y de esto hace unos cuantos años. Para él no ha perdido atractivo y se escapa al
desierto que sea, en cuanto puede. Su sensibilidad artística es exquisita. Sin
formación universitaria, nadie ignora su valer y por ello perteneció durante un
tiempo a la comisión de arte de la Custodia.
De temperamento, procedencia y formación, somos muy diferentes. Nuestra
amistad no es simple simpatía. Piensa uno en Jesús que a sus discípulos dice: No os
llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he
llamado amigos.