Voz del Papa
El árbol de las manzanas
José Martínez Colín
1) Para saber
Durante la Audiencia General del miércoles pasado, el Papa
Francisco se refirió al anterior Sínodo sobre la Familia. Recordó que
nadie ahí puso en discusión “las verdades fundamentales” del
matrimonio: la indisolubilidad, la unidad, la fidelidad y la apertura a
la vida. Ello es en vistas a la próxima Asamblea General que tendrá
lugar en octubre, para tratar sobre la vocación y misión de la
familia.
El Papa agradeció a los medios de comunicación su labor,
aunque recordó que durante el Sínodo su visión era al estilo de las
crónicas deportivas o políticas, uno equipo contra otro, pero eso no
es así. El Sínodo no es un parlamento, sino un espacio protegido
para que el Espíritu Santo pueda obrar.
2) Para pensar
Hace tiempo existía un enorme árbol de manzanas. Un
pequeño niño lo quería mucho: todos los días jugaba con él,
trepaba, comía sus manzanas, se columpiaba en sus ramas y dormía
feliz bajo su sombra.
Él amaba al árbol y el árbol amaba al niño. El niño creció y ya
no volvió a jugar. Un día el muchacho regresó y escuchó que el
árbol le dijo ilusionado: “¿Vienes a jugar?” El muchacho contestó:
“Ya no soy niño. Ahora quiero una motocicleta y necesito dinero”.
Lo siento, dijo el árbol, no tengo dinero… Pero toma mis
manzanas, véndelas y obtendrás dinero.
El muchacho arrancó todas las manzanas y obtuvo el dinero.
El árbol su puso feliz al ver al muchacho alegre, pero éste no volvió
y el árbol entristeció.
Tiempo después, el muchacho regresó y el árbol le preguntó:
“¿Vienes a estar conmigo?” Le contestó: “No tengo tiempo. Ahora
quiero una casa para vivir con mi esposa e hijos”. El árbol le dijo:
“Corta mis ramas y constrúyela”. Cortadas las ramas, el joven no
volvió y el árbol volvió a estar triste y solitario.
Cierto día el hombre regresó: “¿Vienes a estar conmigo?”
preguntó el árbol viejo. El hombre contestó: “Estoy triste y
volviéndome viejo, quiero un bote para navegar”. El árbol dijo: “Usa
mi tronco para que construyas uno y seas feliz”. Cortó el tronco,
construyó su bote y se fue a navegar.
Ya anciano, regresó un día y vio solo las raíces de aquello que
había sido el árbol que tanto lo había amado y dado todo por él, sin
que se lo hubiera agradecido. Entonces añoró el tiempo feliz junto al
árbol y arrepentido lloró profundamente… esas raíces recibieron las
lágrimas como agua para comenzar a renacer…
Esta puede ser la historia de cada uno. El árbol son nuestros
padres. Cuando somos niños, los amamos y jugamos con ellos.
Cuando crecemos los dejamos... sólo regresamos cuando los
necesitamos o estamos en problemas. Ellos siempre están allí para
darnos todo lo que pueden y hacernos felices.
Valoremos a nuestros padres sin ser malagradecidos mientras
los tengamos y, si ya no están, que el recuerdo de su amor perdure
para siempre.
3) Para vivir
El Papa afirmó que la misión de la familia cristiana es “la de
anunciar al mundo, con la fuerza del Sacramento nupcial, el amor
de Dios.
Todos estamos llamados a esta tarea. Revisemos nuestro
hogar para no ser 'contagiados' por una mentalidad mundana y
egoísta. Que sepamos vivir ese amor y alegría en el mismo hogar de
modo que se vuelva un faro de luz para la sociedad.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero en Computación por la UNAM y Doctor en Filosofía por la
Universidad de Navarra
( articulosdog@gmail.com )