El Papa Francisco habla a Europa
Ángel Gutiérrez Sanz (Catedrático de Filosofía, autor del libro, Laicismo y Nueva Religiosidad)
Una vez producida la muerte de Dios a manos los maestros de la sospecha, sabido es
que el escenario de Occidente cambia de decorado y entra en escena un nuevo modelo
de humanismo antropocéntrico dispuesto a rivalizar con el humanismo cristianismo, al
que le ha ido comiendo terreno. Europa perdía sus señas de identidad y pasaba a ser una
nación secularizada , que es lo que ahora tenemos.
Atrás quedaron aquellos tiempos de la cristiandad donde trono y altar venían a ser una
misma cosa, donde ser cristiano lo era todo para todos sin excepción . La vida de las
personas y de las naciones en Europa durante el periodo que va del siglo IX al siglo XV
sólo era comprensible desde una experiencia religiosa cristiana. Fueron los tiempos en
que todos los pueblos de Europa eran como una sola nación, unidos bajo el signo de la
cruz, en que todos hablaban una misma lengua, el latín, había una sola fe, la católica, se
regía por un mismo código moral , inspirado en el decálogo, tiempos en que Dios lo
era todo tanto para personas como para instituciones. Decir Europa entonces era tanto
como decir Cristiandad y decir Cristiandad era tanto como decir Europa. Fue el largo
periodo dominado por el teocéntrismo, donde como decía Daniel- Rops. Nada se hacía
que no tuviera a Dios como fin, como testigo o como juez”
Todo estaba impregnado de sentido sobrenatural, bien distinto a lo situación actual en
que por una parte la presencia de Dios brilla por su ausencia y por otra el cristianismo
ha sido desplazado de su lugar natural, sin que se sepa muy bien si lo primero ha sido
causa de lo segundo o viceversa. De un cristianismo arraigada en el cuerpo social
hemos pasado a un cristianismo arrinconado a la sacristía, su presencia es prácticamente
nula en las instituciones, apenas cuenta con el apoyo de otras fuerzas , mucho menos
con el del poder civil y por si fuera poco, no goza de la simpatía popular.
Hay que ser sinceros y reconocer que el cristianismo de hoy no lo tiene fácil y que
seguramente esté viviendo uno de los momentos más complicados de la historia, aún así
el Papa Francisco ha podido viajar al Parlamento Europeo donde fue recibido por el
presidente Martin Schulz, quien le ofreció una solemne ceremonia de bienvenida con
interpretación de los himnos del Vaticano y de Europa con el izado también de bandera
para que inmediatamente después el Papa fuera presentado a los miembros de la Mesa
y la Conferencia de Presidentes de dicho Parlamento. Todo muy protocolario, como la
ocasión requería, todo muy muy artificioso y rodeado de gran parafernalia; pero aún así
este evento ha puesto de manifiesto que Roma, como Centro que es del cristianismo,
goza todavía de cierto prestigio moral y que su principal representante sigue siendo en
cierta manera para muchos la conciencia del mundo civilizado.
La voz valiente y testimonial del Santo Padre se alzó en defensa de la dignidad de las
personas y los derechos humanos siendo escuchada con respeto y acogida al final con
grandes aplausos. La llamada de Francisco a Europa para que redescubra lo mejor de sí
misma se instala en el discurso de Juán Pablo II instando a este Viejo Continente a
redescubrir sus raíces. Este evento excepcional nos ha dejado también una cierta
sensación amarga. No han tardado en aparecer los de siempre para decir que el
Parlamento Europeo no es el lugar para un papa porque la religión pertenece al
ámbito privado y, por lo tanto, bajo ningún concepto se puede considerar
admisible su presencia en instituciones, escuelas y espacios públicos. No nos
engañemos sigue habiendo no pocas fuerzas interesadas en impedir que la religión
haga de contrapeso al poder político decidido a gobernar a los pueblos como si Dios no
existiera tal y como corresponde a un buen agnóstico. Así se explica que no se tengan
en cuenta los derechos divinos, se prohíban los símbolos religiosos en los lugares
públicos, vayan desapareciendo los componente religioso en los actos público, se
secularicen los funerales de estado y en general se hayan retirado de la circulación un
conjunto de manifestaciones que venían siendo componentes de una tradición querida
por el pueblo y que por lo tanto no había ninguna necesidad de cambiarlo; pero no acaba
aquí la cosa , lo más grave de todo es que se cuestiona y dificulta la acción de los
cristianos en la vida publica , no se les reconoce un espacio social se les niega el
derecho a participar en las cuestiones de interés público, condenándoles así a vivir su
religiosidad a hurtadillas con el pretexto de que lo religioso queda fuera de la esfera
política. Su voz debe ser silenciada, sus manifestaciones públicas prohibidas, si algún
derecho tienen a existir sería única y exclusivamente en el ámbito estrictamente privado
¿Por qué? pues porque en un Estado aconfesional sobra todo lo que huele a religioso.
¿Por qué? porque para ser libre, se dice, no hay que creer en nada…. Falacias y más
falacias.
La verdad es que los cristianos son ciudadanos con los mismos derechos y deberes que
los demás y como al resto de los ciudadanos hay que dejarles expresar sus opiniones y
aprender a respetarlas. ¿ No habíamos quedado en que la libertad religiosa ha de serlo
para todos? Cierto que los católicos deben de sentirse obligados a reconocer los
valores del pensamiento secular, claro que sí ; pero al mismo tiempo, en mutua
correspondencia tienen todo el derecho exigir el respeto debido para los valores
religiosos. El cristianismo está dando sobradas muestras de que quiere abrirse al mundo
y dialogar con él pero hay gente que no se presta a ello
Es preciso hacer saber a la ciudadanía que los cristianos no aspiran a tener privilegios
de ninguna clase, no los quieren ni los necesitan , se conforman con bien poco, basta
con que no se les excluya de la vida político-social, con que se les permita intervenir en
el diálogo abierto sobre cultura , familia, educación y moralidad, es suficiente con que
se les trate como los demás exigen ser tratados. No, no piden prebendas; pero, como es
natural, tampoco están por las injusta discriminación. Su aspiración de hacerse
presentes en nuestro mundo no responde a las ansias de poder, sino a una vocación de
servicio, su propósito no es condenar sino salvar, quieren alzar su voz no para
adoctrinar, ni imponer nada a nadie, sino para proponer un mensaje de esperanza,
Aspiran a convivir pacíficamente con los demás, colaborando codo a codo con ellos en
la construcción de un mundo mejor . En esta tierra nuestra nadie debiera sobrar , todos
somos necesarios para mantener vivos los ideales de justicia y de paz, para devolver la
dignidad a las personas que la hayan perdido o se la hayan arrebatado, para tender una
mano a los más necesitados o arrimar el hombro cuando la ocasión lo requiera. El
cristianismo puede ofrecer hermosos ejemplos de personas que viven por y para los
demás; uno de ello lo tenemos en Teresa de Calcuta , la santa de las cloacas, quien
detrás de cada desgraciado y miserable con que tropezaba en su camino, sólo veía al
hombre necesitado. A su casa llegaban los enfermos y moribundos de todas las
religiones y lo que a ella le importaba era aliviar sus dolores, ayudándoles a morir en
paz con su Dios. Teresas de Calcuta hay muchas repartidos por todo el mundo que
comparten sus vidas con los más necesitados, con los olvidados y marginados con los
enfermos de sida o de ébola .
Yo no consideraría una desgracia que el cristianismo tuviera cada vez más peso
específico en nuestra sociedad, a la vista de las cifras que están ahí y hablan por sí
solas. La Iglesia solamente en España tiene abiertos 107 hospitales; 1004 centros de
salud, entre ambulatorios, dispensarios, asistencia minusválidos, transeúntes, enfermos
terminales de sida; 365 centros para personas marginales ( Expresidarios, exprostitutas);
937 orfanatos para niños abandonados , lo que supone un ahorro para el estado de
muchísimos millones de euros, sin contar los servicios de carítas, obras misionales ,
comedores sociales que en estos tiempos de crisis constituyen la última esperanza para
familias y niños víctimas del hambre. ¿ Alguna institución fuera del cristianismo podría
ofrecer algo parecido? Naturalmente que el Parlamento Europeo no es el lugar para
sermones como dice el anticlericalismo de rancio abolengo encabezado por Mélenchon ;
pero sí para que un hombre valiente le cante a Europa las cuatro verdades que nadie se
atreve a decir